La decadencia de la educación pública explica en buena medida el auge de los institutos de educación privada, que han proliferado en los últimos 20 años, tanto a nivel primario y secundario como universitario. Pero si nos fijamos únicamente en los aranceles vemos que hay una marcada diferencia entre unos y otros. La lógica indicaría que las universidades deberían ser más caras que los colegios secundarios, como sucede en buena parte del mundo, pero no es así.
Por ejemplo, la Universidad Siglo 21 cobra una matricula de alrededor de $ 440, dependiendo la carrera, a lo que hay que sumar otros $ 460 del curso de ingreso. Por semestre hay que desembolsar unos $ 4.560 que se pueden abonar con tarjeta de crédito en 6 cuotas (el sistema de pago es por materia cursada).
En la Universidad Católica de Córdoba estudiar medicina cuesta $ 1.510 al mes, a lo que hay que sumarle $ 1.010 de matrícula y $ 1.620 del curso de ingreso.
Entre los secundarios, uno de los más caros es el Mark Twain: cobra $ 2.300 por mes (sin los gastos de buffet) y una cifra igual de matrícula.
Secundarios rompieron la barrera de los $ 2.000 y le sacan ventaja a las universidades (53% más caros)
Debería ser al revés, pero varios factores conspiran para que en Córdoba (al igual que en el resto del país) los colegios secundarios privados sean por lejos mucho más caros que las universidades privadas. ¿La explicación? Tienen una mayor carga horaria y la enseñanza de idiomas implica costos extra que no afrontan las universidades. ¿Otro dato? Las universidades públicas aún gozan de buena salud, lo que no sucede con los secundarios. ¿Resultado? Más alumnos buscando un lugar en colegios privados, lo que hace crecer la oferta, pero también la encarece
Así, tener un hijo en la secundaria del Mark Twain supone $ 2.300 por mes, mientras que un estudiante universitario de medicina de la Universidad Católica de Córdoba debe abonar $ 1.510 al mes (Mirá algunos números en ver la nota completa).