El sistema bancario argentino es enano: su masa de créditos apenas llega al 13% del PBI. Debería estar -por lo menos- en el 30% que alcanzó en la convertibilidad o el 50% que tiene Brasil hoy en esa relación.
Para eso, es imprescindible la estabilización monetaria a niveles menores al dígito, idealmente en torno al 5% anual.
Desde InfoNegocios siempre vimos con entusiasmo la creación de una moneda virtual que permita separar las funciones que cumple ese instrumento: mientras el peso (nuestro vapuleado peso) sirve como medio de pago, las funciones de unidad de cuenta y reserva de valor descansan en una moneda no tangible, como la Uvi.
Aunque los diarios se enfocaron en explicar la utilidad que tendrá en fomentar los créditos hipotecarios, la Uvi también permitirá resguardar ahorros y -si logra la confianza de la gente- podría remplazar el histórico refugio en el dólar de buena parte de los ahorristas argentinos.
Tan importante puede ser la Uvi en el plan económico de Macri, que merecía -sin ninguna duda- una presentación mucho mejor explicada.
El valor de cada Uvi (fijado inicialmente en $ 14,053, o la milésima parte del promedio de un m2 de construcción en Argentina) se actualizará diariamente en función del CER (que se apoya a su vez en el IPC, por ahora el de San Luis).
Si la economía se va “Uvizando” (y desdolarizando), los contratos de locación -por ejemplo- se podrían pactar en Uvis y servir esta herramienta de manera decisiva en la convergencia a índices de precios de un dígito.
Pero para eso hay que tener fe en la herramienta y la política y la entrada en escena de la Uvi fue tan pobre como buena parte de la política comunicacional de la gestión Macri. No es un hecho irreversible, pero se desperdició una buena oportunidad.
Uvi, nuestra moneda virtual, merecía otra presentación (¿falta fe o faltó tiempo?)
(IB) Que la Unidad de Fomento en Chile haya sido un componente clave en la estabilización de su economía no significa que la Uvi (Unidad de Vivienda) vaya a hacer el mismo trabajo acá. La herramienta es similar, claro, pero la presentación a las apuradas y con pésima comunicación le restaron la única posibilidad de causar una primera buena impresión. Veamos…