Con casi 1.000 asistentes ($ 350.000 para socios, $ 600.000 por “pera” para el resto de mortales) y 158 sponsors (envidien gerentes comerciales), el 59 Coloquio de Idea batió récord en presencias de ambos rubros.
En la primera jornada (de las tres) el encuentro (“la” cumbre anual de los empresarios) cerró con un asistente de lujo (si hay emoji de ironía, va aquí): Alberto Fernández.
Aunque el auditorio lo escuchó en (relativo) silencio y respeto, Fernández sobrepasó el tiempo previsto y trazó un balance de su gestión que todos ya conocemos: “Ah pero Macri y el Fondo + Pandemia + Putín y la Guerra + Sequía = hicimos una gran gestión que no me reconocen”.
Alberto también defendió el ingreso de Argentina a los Brics (ese club que integra precisamente Putin, más China, India, Brasil y Sudáfrica) y al que nuestro país ganó un ticket de admisión en la última reunión junto a una prestigiosa peña que incluye a Irán, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía y los Emiratos Árabes Unidos.
Sobre el final, el presidente se entusiasmó con la posibilidad que este variopinto rejunte de países cree una moneda común para el comercio que haría tambalear al mismísimo dólar por el que Milei quiere cambiarnos nuestros crujientes pesos.
El gran ausente (y el otro también)
Precisamente, en el inicio del Coloquio las autoridades dijeron sobre el escenario lo que ya se sabía por los diarios: ni Milei (el casi presidente) ni Massa (el presidente en funciones) se dignarán en pasar a saludar a la muchachada de saco (poca corbata), con gran prevalencia de hombres (85 a 15, a golpe de vista).
“Era el Caballo de Troya (para meter ideas liberales en la discusión política) y terminó siendo el caballo del comisario”, reflexionaba en los pasillos del Sheraton Mar del Plata un hombre nacido en Córdoba que ahora funge de asesor en la campaña de Sergio Tomás.
“Ya ganó: en nuestros focus group 80% de la gente quiere un cambio”, confesaba más con resignación que tristeza. “Ahora le van a hacer falta 5.000 tipos para manejar el Estado, porque no se maneja solo”, siguió en su razonamiento sesgado.
Perú, Perú, qué grande sos
Curiosamente, el único orador que despertó dos veces aplausos espontáneos de los asistentes fue don Julio Velarde Flores, titular del Banco Central de Reserva del Perú, un país que es el reflejo inverso de la Argentina: con presidentes que durante poco en su cargo y crisis políticas recurrentes, Perú tiene una notable estabilidad de precios y tipo de cambio. Allí los presidentes vuelan por los aires y los precios se mantienen a nivel del suelo. Aquí los presidentes se renuevan según la ley manda y los precios vuelan por los aires.
Aunque no tiene una economía dolarizada, Perú trabaja con metas de inflación anuales del 2% y logró menos aumento de precios que su vecino Ecuador (cuya economía sí está dolarizada).
Entrevistado (el verbo es generoso) por Fabián Kon, gerente general del Banco Galicia, don Velarde Flores dijo cosas tan elementales que levantaron aplausos: en Perú la autonomía del Banco Central se toma tan en serio que la solo asistencia financiera al Tesoro sería causal de destitución. Incluso el límite a la compra de bonos soberanos está acotada muy claramente.
En ese lejano país del Perú, las tasas de interés son libres y (qué loco) los ciudadanos pueden ahorrar en la moneda que quieran y en el país que quieran. Por ese extraño camino acumularon reservas por US$ 70.000 millones y tuvieron momentos donde les preocupaba comprar tantos dólares porque hacía apreciar mucho el Sol, la moneda local.
Según Kon, de los últimos 23 años (en este siglo, digamos), Perú tuvo 15 calendarios con superávit fiscal.
¿Cómo se volvieron “mormones” de la inflación baja y el equilibrio fiscal estos peruanos? Simple: en 1990 tuvieron su propia hiper que les sirvió de anticuerpo a nuevas infecciones. La cepa argentina de la inflación -pareciera- no generó tantos anticuerpos aquí que después de las híper de Alfonsín y Menem la inmunidad apenas nos duró una década hasta que llegó la temible Variante K, cuyo infección no se puede detener hasta nuestros días.
Muchachos, ahora nos volvamo’ a ilusioná
El claim del 59 Coloquio de Idea está felizmente logrado: “Argentinos: volvámonos a ilusionar”, en referencia no solo al reciente Mundial ganado, sino también a la ilusión que generó el regreso a la democracia, justo 40 años atrás.
(Pop up: precisamente el libro que mejor reseña el gobierno alfonsinista -con su expectativa inicial y su trágico final- lo escribió Joaquín Morales Solá y se tituló “Asalto a la Ilusión”).
Más allá del horrible presente macroeconómico que vive el país (este miércoles el Dólar CCL estuvo arriba de los $ 900) en la primera jornada del Coloquio de Idea quedó flotando que las oportunidades que tiene la Argentina son muy importantes.
En energía, turismo, minería, economía del conocimiento y agroindustria tenemos cinco patas para asentar el crecimiento y cambiar el círculo vicioso por uno lleno de virtuosismo.
¿Qué podría salir mal? (cierre con emoji de periodista sacando la lengua al lector).