- En el mundo mueren 1,2 millón de personas en accidentes de tránsito al año y -aunque se destinan recursos a más carreteras, controles de velocidad y alcoholemia- a nadie se le ocurriría parar todo el movimiento de vehículos. ¿No hay mucho "overshooting" en las medidas para una circunstancia que -aún en un mal escenario- dejará menos de 1.2 millón de muertos que antes no hubieran ocurrido? -le preguntamos directamente a Berensztein.
- Coincido. Más que un "overshooting" (pasarse de la raya) es una locura lo que estamos haciendo. Es un suicidio. Pero también hay que entender a los políticos: las sociedades no toleran el impacto simbólico de las cosas que se vieron en Italia y los políticos se acomodan a esa circunstancia. Por esta misma razón las guerras ahora son breves, quirúrgicas, focalizadas: la sociedad no tolera ver la pérdida de vidas humanas, aunque esto suceda todo el tiempo.
Para el analista, esta pandemia nos está llevando a un mundo más complejo que posiblemente deje un notable avance de los estados sobre las libertades individuales: toleramos ahora cosas que no toleraríamos sin esta circunstancia.
Mirando la región, Berenstein observa que la crisis está permitiendo -por ahora, al menos- la consolidación de dos liderazgos débiles como eran Piñera en Chile y Fernández en Argentina, pero también haciendo tambalear a otros como Bolsonaro. Para él "es probable que veamos una ola de inestabilidad -aunque las fuerzas armadas hayan cambiado su rol- como la que se vivió a la salida de la otra gran crisis económica mundial, la de 1930".
En su mirada, Alberto Fernández reinventó su liderazgo, pero corre un riesgo: quedar "anclado" a la variable sanitaria y dejar de lado la economía. En lo institucional, se alarma: "No funciona ni el Legislativo ni el Judicial: no hay equilibrio de poderes".
En materia económica subrayó las disímiles respuestas y herramientas de los gobiernos: mientras Trump anunció medidas por fondos equivalentes al 30% del PIB de ese país, el poder de fuego de Alberto Fernández (con la emisión como única munición) apenas llega al 3% del producto.
Y abundando sobre estos temas resumió: "No hace falta que las provincias emitan cuasi-monedas, porque Argentina tiene su cuasimoneda general que es el peso". Para Berensztein, hace rato que nuestra economía está dolarizada y si no hay más corrimiento al dólar por ahora se debe al "corralito" epidemiológico que dificulta la velocidad y fluidez de compra de dólares en el mercado marginal.