“Somos los primeros en Argentina en diseñarlos. Si bien existía una startup holandesa que había hecho algo similar su materia prima eran plásticos reciclados de la industria”, distingue Federico Baroni. “Lo innovador fue crear un diseño novedoso de reloj pulsera, primero en madera y luego en plástico reciclado”, dice orgulloso.
“Nosotros enviamos los componentes a Europa, Federico los ensambla con una máquina comprada en China y se comercializa en el exterior. El reloj de Waltic se comercializa en el exterior porque el mercado local no está preparado para afrontar los costos de un producto de estas características. El costo del reloj en Europa va de € 89 a € 95. En Argentina todavía no se comercializa por los altos costos de logística y operación del proyecto”, agrega Iñaki Gorostidi, responsable del diseño y desarrollo de producto.
Waltic nació como parte de un proyecto de desarrollo y comercialización de relojes de madera. Su creador, cambió la materialidad de la madera por la del plástico reciclado como forma de alinearse con el emprendedurismo consciente. “Desde los doce años navego y me formé en una escuela de navegación, mis padres son navegantes de toda la vida”, relata. El emprendedor cuenta que en un viaje que hizo con su padre le impactó ver la cantidad de plástico que había en el océano. “Esto fue el último empuje para decidirme a emprender este proyecto para ayudar a disminuir el impacto de la contaminación del plástico en el planeta”, reconoce.
El desafío fue diseñar un reloj con nuevos materiales más amigables con el ambiente. “Los dioses del marketing dicen que el canal es mensaje pero a mí me gusta decir que el material también es el mensaje”, dice Federico Baroni.
Resistente al agua, durable y estético
Se puede sumergir un metro debajo del agua, pero aún se necesitan más ensayos y presupuesto para seguir desarrollando los sistemas de cerramiento. “Por el momento es solo resistente al agua, para ducharse, lavarse las manos, pero todavía no está testeado para deportes acuáticos”, aclara Federico.
En cuanto a la durabilidad, depende de la duración de la batería, un año o año y medio, utilizando baterías reciclables. El reloj es reciclable pero no biodegradable. Al utilizar 100% plástico reciclado la calidad de este producto es excelente. “Una vez que termina su vida útil está planificado que este material de polietileno de alta densidad se pueda llevar a cualquier centro de reciclaje, al igual que se desarma, el cuerpo, la malla, el cierre y las agujas pueden ser recicladas”, describe Iñaki.
La materia prima la reciben de donaciones o también compran el plástico en condiciones de pos consumo en buen estado. Los emprendedores trabajan con cooperativas locales para la recolección, clasificación de los plásticos y con los ciudadanos que pueden acercar sus plásticos a la empresa. “Estos materiales se peletizan en pastillas para ser reutilizadas en un nuevo proceso productivo para fabricar los relojes en el proceso de inyección”, explica Iñaki Gorostidi.
El proyecto participó en el Festival de Dutch Design Week 2019 y 2020, una de las ferias de diseño más importantes del mundo y también fue seleccionado para el Design Intelligent Word, un concurso internacional que reúne a los emprendedores de más impacto e innovación de Europa y China.
Validación funcional y de mercado
Con respecto al proceso de validación los emprendedores reconocen que fue un trabajo arduo por las maquinarias que se utilizaron para fabricarlo. “Diseñar el reloj de plástico reciclado fue el producto con mayor tolerancia y desafíos que podríamos haber desarrollado”, reconoce Iñaki Gorostidi.
Los emprendedores pertenecen a la Red Global Precious Plastic, un proyecto que agrupa a más de 30.000 emprendedores a nivel global que consiste en la donación de planos y videos tutoriales para replicar maquinaria de bajo costo para reciclar plástico.
En 2018 Iñaki conoció a Luciano Caparroz, encargado hoy en día de la producción, a través de esta plataforma de mapeo que te permite conocer a otros actores que trabajan en el tema del reciclado de plástico. “Ya teníamos cuatro máquinas y estábamos orientados a producir el servicio de fabricación de productos de plástico reciclado a terceros”, agrega Iñaki.
El desafío del primer prototipo
“Federico no pudo seguir la fabricación de relojes de plástico por su cuenta y en 2019 nos hicimos cargo de hacerlo con nuestra tecnología. A mediados de ese año se suplantó la maquinaria de Precious Plastic que era a baja escala. Invertimos y compramos una máquina inyectora con mejores prestaciones a nivel industrial en cuanto a velocidad y detalle en las terminaciones”, relata Iñaki.
En el proceso de inyección de plástico, lo más difícil es acceder a la primera inversión de un molde, son de alto costo y hay que amortizar el precio a mediano plazo. “Hicimos uno de bajo costo y Federico viajó a Europa a buscar la financiación para los moldes para lograr la automatización con máquinas más industriales”, agrega Iñaki. Este prototipo además de cambiar la materialidad tenía nuevos espesores, el diseño nuevo de la malla y había que considerar el molde de bajo costo manteniendo la estética del diseño del reloj.
Cuando él regresó a Argentina, lanzamos una versión mucho más estética donde usábamos moldes con nuevas prestaciones fabricados en máquinas más industriales. “Se llegó a una nueva validación creando un reloj de plástico 100% reciclado”, cuenta orgulloso Iñaki.
Diseños originales y divertidos
El diseño consiste en una tapa trasera que oculta la máquina, otra tapa que muestra los números en el frente del dispositivo, destaca cada eslabón en la malla, y tiene un cierre prisionero para el reloj. “Todo esto se creó en un programa de diseño digital y luego se plasmó en 3D por filamento plástico tradicional de PLA, se prosiguió a hacerlo en 3D por resina epoxi, para luego mecanizar los moldes en aluminio y así llegar a una mejor calidad de fabricación en los moldes para las piezas finales”, finaliza Iñaki.