“Nuestro objetivo es generar un producto con impacto social que tenga alta durabilidad, resistente, estético, y que sea 100% reciclado”, menciona Iván Pavelic, creador de Swahili Eco, junto a Matías Gramundo. La sede de Swahili Eco está en barrio San Carlos de La Plata y actualmente trabajan nueve personas.
Este original nombre proviene del dialecto africano, de una aldea donde todos trabajaban de manera circular, los hombres cuidaban a los niños, las mujeres cazaban o viceversa.
Actualmente el modelo de negocios apunta a un público muy definido. “Nos enfocamos en un público a B2B y B2C. Utilizamos el e-commerce a través de la tienda online, ya que vemos que el comercio electrónico está creciendo de una forma increíble y más en épocas de pandemia, donde aumentó este mecanismo de compra”, explica Iván. El joven emprendedor vive en La Plata y agrega que también tienen un modelo muy fuerte B2B con empresas que los eligen para regalo corporativo, novedoso y con impacto ambiental.
El cliente que compra productos de Swahili Eco es predominantemente femenino. “Un 74.5% corresponde a mujeres y solo un 25.5% a hombres. El rango de edad es de 25 a 34 años que representa un 46,5% del total y le sigue el de 35 a 44 años con un 28,4%”, señala Iván. Las ventas de esta marca sostenible están centralizadas en Buenos Aires, ciudad de La Plata, luego Mar del Plata, Córdoba, Rosario y Mendoza.
Creatividad, sostenibilidad y originalidad
El proceso de producción de los accesorios comienza con la recepción de la materia prima que proviene tanto de empresas privadas con las cuales generan acciones de reutilización de sus descartes, y también de veterinarias y particulares. “Por ejemplo con la empresa Baires (old prince- kongo) tenemos una campaña activa que ayuda a refugios de perros, otra es el caso de la Empresa Corona, Toyota y Osde, entre otras”, menciona el joven emprendedor.
Las empresas como Swahili Eco además de ser sustentables financieramente, tienen como objetivo generar un impacto social en las comunidades y un impacto ambiental con prácticas que contribuyan a la mitigación del cambio climático. “Somos conscientes que aún falta mucha educación, pero se vienen generando cambios muy interesantes”, reconoce Iván.
Transformar la basura en oportunidad
Uno de los focos de este emprendimiento sostenible es su preocupación por lograr una eficiente trazabilidad de los productos. “Evaluamos la cantidad de plásticos que reutilizamos, generando conciencia en nuestros empleados y en nuestra comunidad para que se generen cambios reales”, indica Iván.
El precio de las mochilas clásicas es de $ 2.010, las porta notebook cuestan $ 870, los neceser y las luncheras en $ 800, las cartucheras en $ 750, las bolsas y las riñoneras grandes están en $ 1.000 y las materas en $ 1.100.
Con respecto al destino final de los accesorios Iván añade que las pueden devolver a la empresa para que puedan reinsertarlas en un nuevo proceso productivo. “También pueden cortarlas e introducirlas en las botellas de amor para que luego se transformen en madera plástica”, dice el emprendedor.
En cuanto a los canales de comercialización son a través de sus redes sociales en Instagram y Facebook y fundamentalmente a través de la tienda virtual. “Para este semestre estamos trabajando para llegar al local físico ya que tenemos mucha demanda de diferentes puntos del país y queremos llegar a todos los clientes”, agrega Iván.
Para 2021 anuncian que seguirán innovando tanto en los productos como en los procesos y que tienen la idea de comenzar a exportar. “Nuestra idea es ampliar los canales de venta y poder exportar a diferentes países este año”, señala Iván.
Según estimaciones del Programa de Naciones Unidas para el medio ambiente (PNUMA), para 2050 habrá más plásticos que peces en los océanos del mundo. Cada segundo, más de 200 kilos de basura van a parar a los océanos, de los cuales el 70% queda en el fondo marino, un 15% en la columna del agua y un 15% en la superficie. En el mundo hay 5 islas que tienen microplásticos, dos en el Pacífico, dos en el Atlántico y uno en el Índico.