Resueltos los comicios nacionales y habiendo quedado atrás el fragor de la campaña, la contienda electoral, y los análisis que le subsiguieron podría pensar, el ciudadano de a pie, que más allá de las definiciones centrales que se esperan con ansiedad de parte de Alberto Fernández y sus equipos de trabajo el plano político vive un intervalo de cierta calma, de cierto sosiego. Nada más lejos de la realidad.
Debajo de cada nombre que el presidente electo elija para liderar cada ministerio, ente autárquico y oficina estatal con delegaciones en el interior se reproducen cientos de tensiones y disputas por ocupar lugares que garantizan alguna cuota de poder y un asiento a la mesa donde se desenvuelve el “juego” de la política. Y algunos de esos lugares, resulta ser, están en Córdoba.
Después de los comicios, llegado el momento de hacer un balance, desde las oficinas que Alberto Fernández ha convertido en su base de operaciones en San Telmo se estudiaron los resultados de Córdoba, y la lectura no fue del todo positiva. Entre las PASO y las generales el Frente de Todos no creció, y la victoria de Juntos por el Cambio en la provincia fue más amplia que en ningún otro lugar del país. Pero aún así, la fórmula F-F ganó, y hoy Fernández tiene la lapicera que define qué espacios habrá para cada uno de los que trabajaron por su boleta.
Tal como en economía lo dicta el principio de la escasez, “los recursos son escasos y las necesidades ilimitadas”. Los principales espacios en disputa son las delegaciones cordobesas de los ministerios de Trabajo, Economía e Interior; y de Anses, Pami, Aduana, AFIP, Fadea, Renaper y Renar, entre algunos otros, pero los anotados no son pocos, y todos esperan hacerse con el control de puestos que les permitan construir políticamente para el presidente electo, operen estas construcciones con o sin intermediarios.
El albertismo “puro”, por así llamar al que se referencia en el partido Parte, que en la provincia lidera el ex legislador Enrique “Quique” Asbert y que a nivel nacional conduce Claudio Américo Ferreño (ambos amigos personales de Fernández) pretende ungirse como un pilar fundamental de la construcción política del presidente electo en Córdoba, y para hacerlo reclama una cuota de estos lugares.
La estrategia de este sector, integrado por Parte, Encuentro Militante (brazo territorial del partido conducido por Asbert que lidera Juan Solano), y el Grupo Montevideo (agrupación de profesionales que conduce la abogada Guadalupe Zayas), es presentarse como el espacio que construye para Fernández “sin intermediarios” o, en otras palabras, el que se referencia directamente con el futuro presidente.
El plan para lograrlo, concertar visitas de referentes nacionales cercanos a Fernández que participarán de charlas y eventos organizados por ellos para mostrarse como los embajadores directos del mandatario en la provincia.
Por otro lado, los integrantes de la lista larga también disputan lugares en las delegaciones de oficinas nacionales en Córdoba. Eduardo Fernández, primer diputado en la lista del Frente de Todos, debe su lugar al patrocinio de Carlos Heller, presidente del Banco Credicoop y empresario ligado a la campaña de Fernández, y evacuaría cualquier pretensión por esta vía. Gabriela Estévez, segunda diputada, es la mayor referente de la Cámpora en Córdoba, y tiene línea directa con el Instituto Patria, bunker de CFK, aunque no así con Alberto Fernández.
El senador nacional Carlos Caserio, en tanto, es el principal dirigente del PJ cordobés que trabajó para la campaña del presidente electo, cosechando respaldos de distintos referentes del peronismo en todo el territorio provincial. Actualmente a cargo de la Presidencia del bloque peronista en el Senado, Caserio tiene diálogo directo con Fernández, y tiene algo importante que ofrecer: trabajar para acercar al PJ provincial al futuro presidente.
En este contexto, diversas versiones apuntan a que el senador y la diputada trabajarían en tándem para conquistar espacios que les permitan avanzar en una construcción política que tribute a Fernández.
Debe recordarse que el senador ha tomado postura por una reunificación del peronismo, lo que implica dejar de lado las diferencias entre peronismo y kirchnerismo; y que para la diputada, siendo que el próximo gobierno nacional será liderado por Fernández y no por CFK, sostener una identidad que exalte las diferencias entre kirchnerismo y peronismo difícilmente resulte un activo.