Si bien históricamente estos espacios parecían ser terreno exclusivo de los varones, en la última década las mujeres comenzaron a involucrarse con estas tareas. Hoy representan el 40% de la clientela de las ferreterías.
Según la Cámara de Ferreterías y afines de la República Argentina (Cafara), la brecha entre varones y mujeres que visitan ferreterías se achica cada vez más. La diversificación de las tareas dentro y fuera del hogar y el crecimiento de la cantidad de mujeres responsables de mantenerlo, las llevaron a explorar tareas antes desconocidas y negocios que les proveen los materiales necesarios. Por este motivo, ya se observan algunos cambios en los hábitos y costumbres en este tipo de comercios.
Desde Cafara estiman que las amas de casa destinan entre 3 y 4 horas diarias a realizar este tipo de prácticas, mientras que aquellas que trabajan lo hacen durante el fin de semana. Según la Cámara, las tareas en las que se involucran son: arreglos en iluminación, plomería básica, jardinería, reparaciones en maderas y metales, diseño y decoración.
Como consumidoras, las mujeres son consideradas grandes aliadas del rubro ferretero. Por un lado, a diferencia de los varones, suelen llevarse más productos que los que estrictamente fueron a buscar, ya que piensan en otras necesidades que pueden surgir en el hogar o en reparaciones y arreglos que podrían realizar en el mediano y largo plazo. En ese sentido, las ferreterías barriales fomentaron estas prácticas al incluir en su oferta otros productos de bazar o artísticos.
Mariana Ribero, quien estará presente en ExpoFerretera, abrió hace 12 años un local junto a su hermano. Con una larga experiencia en el rubro, comenta que las mujeres “por lo general comienzan a ir porque están solas y deben hacer arreglos en sus casas o simplemente porque han incursionado en el rubro de la mano del trabajo manual”.
Es que, como menciona Ribero, cada vez son más las mujeres que viven solas: según un informe de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, ya en 2010 casi la mitad de los hogares eran encabezados por una mujer (46,6%).
Mientras tanto, el crecimiento del trabajo manual llevó a que los ferreteros “debamos anexar productos que antes sólo se encontraban en artísticas, tales como pinceles de muy buena calidad para pintar con óleos o acrílicos, espátulas de pintor, máquinas de reloj, imanes. Estas incorporaciones no fueron difíciles de hacer, aunque sí engorroso para encontrar mayorista, porque todavía no están estas áreas sumadas a la ferretería tradicional”, señaló Ribero.
Por otro lado, también está la tendencia del “hágalo usted mismo”, que aumenta en paralelo con los problemas económicos: la necesidad de reparar, mejorar o mantener el hogar por cuenta propia, sin recurrir a un profesional.
Finalmente, la consulta al ferretero sigue ocupando un rol muy importante, más allá de lo que se aprenda por la web. Cuando las personas van a comprar los artículos necesarios piden recomendaciones para las tareas que están por realizar y sobre la correcta utilización de los productos.
l respecto, Mariana Ribero cuenta que “la mujer prefiere ir a la ferretería de barrio antes que visitar las grandes cadenas, ya que priorizan el asesoramiento que se les brinda”.
“Creo que la mujer día a día está descubriendo lo hermoso de este rubro, tal como me paso a mí”, concluye Ribero.
as ferreterías ya no son un espacio para varones, ahora es compartido con las mujeres quienes ganan cada vez más terreno.