Todo empieza en las laderas de Boquete y Tierras Altas, dos regiones de la provincia de Chiriquí, al oeste del país. Allí, en suelos de origen volcánico, entre neblinas constantes y microclimas crece el Geisha panameño: una variedad que combina notas florales, frutales y una acidez brillante que los expertos comparan con un vino de cosecha excepcional.
La noticia recorrió el mundo: un lote de café Geisha panameño alcanzó los US$ 30.000 por kilo en la subasta internacional Best of Panama 2025. El precio, el más alto pagado en la historia por un café, confirma una tendencia que va mucho más allá del gusto: el café dejó de ser una bebida cotidiana para convertirse en un activo de lujo, con valor de marca y proyección de exportación.
El fenómeno tiene nombre y apellido: Panamá Geisha, una variedad que se cultiva en las regiones de Boquete y Tierras Altas, en la provincia de Chiriquí. Allí, a más de 1.500 metros de altura, las condiciones de suelo volcánico, humedad constante y temperaturas templadas generan un terroir único. El resultado son granos de perfil aromático excepcional, codiciados por tostadores y coleccionistas en Asia, Europa y Estados Unidos.
Pero detrás de la cifra récord hay un modelo de negocio que transformó al país centroamericano en referente mundial del café de especialidad. Lejos de apostar por la producción masiva, Panamá apostó por la calidad extrema, la trazabilidad y la diferenciación por origen. Cada lote se subasta, cada finca cuenta su historia, y cada taza se asocia a una narrativa de identidad, sostenibilidad y precisión artesanal.
Además, Tierras Altas es la puerta de entrada al Parque Internacional La Amistad, un santuario natural compartido con Costa Rica y declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Bosques nubosos, aves endémicas y rutas de trekking convierten la zona en un edén para quienes buscan reconectar con la naturaleza en su estado más puro.
El efecto derrame también llega al turismo. Boquete, conocido como el “Valle de la Eterna Primavera”, se consolidó como un destino de experiencias cafetaleras premium, donde los visitantes pueden recorrer plantaciones, participar en catas y descubrir cómo se produce uno de los cafés más exclusivos del planeta. En paralelo, Tierras Altas se posiciona con un modelo más rural y sostenible, basado en el concepto farm to table y el contacto directo con los productores.