Salve Regina nació de la mano de Samanta Schnabel, una mamá recientemente separada en aquel entonces. “Yo trabajaba en la distribuidora de mis papás para poder mantener mi casa y a mis hijas, así que cuando llegaba me dedicaba a hacer rosarios y pulseras”, expresa Sam.
En el año 2012, luego de su separación, y quedando completamente a cargo del cuidado de sus hijas de 10 y 18 años, Samanta veía que el encontrarse todo el día fuera de casa -por el trabajo que tenía como administrativa en una constructora- no era viable para estar presente con sus hijas en un momento en que la necesitaban más que nunca. Las dudas de renunciar eran muchas: una hipoteca, dejar un ingreso fijo, dos hijas que solventar, pero su pasión por el diseño y compartir tiempo de calidad con ellas ganaron la pulseada.
La marca comenzó con una inversión inicial de $ 500, y hoy es una empresa con expansión internacional y una fuente de ingreso para muchas mujeres.
Algunos productos que marcaron la historia de estos 10 años de Salve Regina, por su importancia, cariño y significado:
● Rosario Sugus, uno de los primeros artículos que fabricaron, que resultó novedoso por sus colores. Hoy es uno de los más elegidos para celebraciones especiales como comuniones o confirmaciones.
● Bendición de Bolso, que se convirtió en compañero y protector de muchas personas por ser un regalo simple y con mucho valor emocional.
● Pulsera Nazareth que desde el primer momento fue querida por todos y hoy en día está disponible en muchos colores.
● Pulsera Virgencitas, unas de las más elegidas entre sus clientas de 10 a 18 años.
● Pulsera de la Vida de Jesús, que recientemente fue relanzada, fabricada 100% en acero y piedras naturales.
Y así pasaron 10 años del primer rosario que creó Samanta, quien ahora cuenta con su propia fábrica de producción, más de 1.500 revendedoras, 5 góndolas en los shoppings más importantes del país y presencia en Chile, Venezuela, Perú, Uruguay y Ecuador.
“Cuando decidí convertirme en emprendedora mis hijas todavía eran chicas y Salve requería mucha atención. Los primeros años fueron difíciles, horas abocada al trabajo, dudas sobre el futuro, enfrentarme a desafíos, pero también me hicieron ver las cosas de las que soy capaz. Fue difícil tomar la decisión de emprender teniendo 38 años y dos hijas, pero lo valió. Hoy puedo afirmar que Salve Regina, para mí, fue la oportunidad de superación y de demostrarme todo lo que podía”, finaliza Samanta.