Todo tiene un envase: cómo funciona el sector que produce el 2% del PBI nacional (genera 400.000 empleos)

La industria del envase y embalaje tienen una importancia estratégica en Argentina debido a su impacto en múltiples sectores económicos y sociales. Para ahondar sobre los números macro de la actividad, cuáles fueron los principales cambios de los últimos años y las características de un sector dinámico y transversal en la economía, una entrevista con Jorge Acevedo, director del Instituto Argentino del Envase.  

Los envases son protagonistas casi invisibles en la vida cotidiana, forman parte de la escenografía de todas las familias. Guardan alimentos, preservan medicamentos, envuelven productos de lujo y hacen posible la logística global. Son, además, el primer contacto del consumidor con un producto y un símbolo de confianza. 

En Argentina esta industria representa el 2% del PBI, genera más de 400.000 empleos en unas 4.000 empresas y mueve 3 mil millones de dólares al año. Pero su valor no solo se mide en cifras: el envase contiene, comunica y se reinventa en busca de un futuro sostenible.

¿Cómo fueron evolucionando los envases con el tiempo, cuáles son hoy los materiales utilizados y la creciente capacitación de sus profesionales?. En esta nota una entrevista realizada por la agencia de prensa Mariana Rolandi Perandones, con Jorge Acevedo, director del IAE, entidad que nuclea 400 empresas socias y que desde 1969 cumple con la misión de promover el desarrollo de su industria.

“Desde el transporte de granos, en el que se utiliza aquello que llamamos big bags, bolsones que pueden verse en el campo, hasta la industria autopartista, todo tiene embalaje o envase para llegar al hogar, a la estantería del comercio o hasta para posibilitar exportaciones. No hay nada que no vaya envasado, los productos de medicina, de farmacia, los alimentos y bebidas”, explica Jorge Acevedo. 

En los últimos años, esta industria - como tantas otras - experimentó cambios significativos. En el caso del envase, la era del delivery desde la pandemia, las nuevas tecnologías y el cuidado del medio ambiente están siendo tres variables que dieron y siguen dando golpes de timón al sector. 

-¿De qué manera impactan los hábitos cambiantes de los consumidores?

-Las nuevas tendencias de consumo también requieren envases especialmente diseñados, como las generadas por la corriente de compras online. Durante la pandemia hubo una explosión del delivery y la industria del envase tuvo que responder a ese desafío inédito. Actualmente, hasta las compras del supermercado se resuelven a través de plataformas. El envase no sólo es un contenedor, debe asegurar que el producto llegue en óptimas condiciones al momento del consumo. Hay mucha ingeniería detrás para que eso suceda, incluso en productos que utilizamos a diario. En ocasiones, se envasa en atmósferas controladas y con materiales impermeables al oxígeno. 

Nadie va a buscar la banana al árbol. Ya no podemos prescindir de muchas cosas que forman parte de la vida de la gente y los envases posibilitan obtenerlas en las ciudades. Evitan que los productos se desperdicien y que los podamos consumir con seguridad durante un tiempo prolongado.

-Deben ser también importantes los impactos de las nuevas tecnologías.

-Son enormes, tanto en materiales como en las tecnologías de diseño. Estoy seguro de que pronto veremos en ella el desembarco de la inteligencia artificial que nos llevará a un estadio superior. Un cambio comparable al que, en su momento, produjo la llegada de la informática a los procesos industriales. Soy analista de sistemas, vi ese proceso. Hace 35 años que trabajo en el IAE. Tuve que convencer al presidente de entonces de que era conveniente comprar una PC. Hoy, ya no usamos papel. En aquella época, desarrollamos lo que para nosotros fue el primer sistema multimedial de capacitación, mediante CD. Del mismo modo, la IA permitirá nutrirnos de elementos que, hasta hace poco, no teníamos.

-¿Hay cambios en los materiales utilizados?

-Hay materiales nuevos, hay mucha ingeniería de materiales. En cuanto al uso, hay predominio del papel y de los plásticos. El 80% de los materiales utilizados en la producción de los embalajes de cartón, que es papel, proviene del reciclado. Es la rama menos problemática, al punto que tuvo que importar recortes para producir. Incluso, los árboles que se utilizan son plantados especialmente, no se trata de bosques nativos. 

-Eso nos lleva al tema ambiental.

-Sí, pero hay que hacer varias consideraciones. El problema no son los envases, el asunto consiste en ver dónde van después de su uso. La adecuada disposición final de los envases, posconsumo, requiere inversiones e infraestructura que muchas jurisdicciones no encararon. En nuestro país hay, todavía, más de cinco mil basurales a cielo abierto. Eso es inconcebible.

- ¿Esa problemática forma parte de la tarea del Instituto?

-Estamos desarrollando, dentro del Instituto, un sistema de gestión voluntaria. Las empresas van a ser responsables de fomentar y dar disposición final a sus productos. Algo que va más allá de concentrarlos en depósitos luego de su uso. La idea es no tener una ley que obligue sino que sean las mismas empresas las que opten por suscribirse y reciclar sus productos posconsumo. Hay numerosos casos positivos, como en las botellas de PET con las que se hacen flejes o fibras para tejidos. Todos los envases posconsumo tienen valor. Hay que generar procesos para que vuelvan a convertirse en envases o en otros productos, no alcanza con poner las cosas dentro de un contenedor. 

Hay ejemplos, como los contenedores verdes en la Ciudad de Buenos Aires, donde muchas personas tiran cualquier cosa y no se recogen en los tiempos establecidos, lo que provoca contaminación y plagas. Lo central es generar conciencia a través de la educación, además de controlar y multar a quienes no cumplen las normas. Desde el Instituto participamos en capacitaciones a municipios y cooperativas, continuamente. Tenemos una comisión, Envase y Medioambiente, que se ocupa primordialmente de eso, de la interacción con legisladores.

Esta variable de la sustentabilidad es una de las que tiene el IAE en cuenta a la hora de entregar los premios “Estrella del Sur”, cuya última edición fue el pasado 21 de noviembre. 

“La primera edición del concurso fue en 1985. Desde el año 1998 se otorga cada 2 años. Pueden participar del concurso empresas y estudios de diseño que quieran presentar cualquier envase o embalaje fabricado y comercializado en nuestro país”, cuenta Acevedo. 

“Es una forma de  reconocer los esfuerzos de la industria, sus diseñadores y sus técnicos. Tuvimos 160 presentaciones de ejemplos innovadores que no sólo tienen que ver con el diseño sino con materiales que influyen en la preservación del producto. Es un concurso de ingeniería de envases donde se valoran características que también incluyen la sustentabilidad. Todo apunta a incentivar la innovación en envases y embalajes. Y los distinguidos con Estrella del Sur están habilitados a participar en el certamen organizado por la World Packaging Organization que nuclea a todos los institutos y entidades de packaging del mundo. Los pone en carrera para obtener un premio internacional. Nuestros técnicos son muy reconocidos”, concluye el director. 

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