El gobierno de los Estados Unidos, en cabeza de Joe Biden, prometió que busca "construir una asociación duradera" con América latina y el Caribe, al inaugurar la novena Cumbre de las Américas en Los Ángeles, y anunció el lanzamiento de una ambiciosa iniciativa que podría sacar del estancamiento el actual abordaje de la Casa Blanca hacia la región.
Desde el Microsoft Center de Los Ángeles, Biden anunció "una nueva asociación económica" que guiará "nuestro compromiso hacia el futuro". Se trata de la "Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica" (Americas Partnership for Economic Prosperity), dedicada a "ayudar a las economías a crecer de abajo hacia arriba", con inversión dirigida a "fortalecer a los trabajadores y la clase media".
El presidente estadounidense habló de "invertir para asegurarnos de que nuestro comercio sea sostenible y responsable, creando cadenas de suministro que sean más resistentes, más seguras y más sostenibles". En un contexto enrarecido por la guerra entre Rusia y Ucrania, tal cosa refuerza la idea de acrecentar el nearshoring, es decir, la regionalización de las cadenas de valor, dando prioridad a los proveedores latinoamericanos y caribeños desde la primera economía global.
Biden también prometió que su iniciativa "dirigirá la inversión para ayudar a los gobiernos a cumplir con sus responsabilidades", y llamó a "modernizar los bancos multilaterales de desarrollo para abordar mejor los desafíos de hoy y del futuro". Fue una señal dirigida a la traba que encuentra en la propia política doméstica estadounidense la recapitalización del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que ansían los países de la región para obtener financiamiento barato y a largo plazo.