"El cambio es la única constante", escribió el antiguo filósofo griego Heráclito de Éfeso. Así comenzó el discurso que pronunció la semana pasada Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), durante el Festival Fintech de Singapur. Esta introducción le sirvió para plantear lo que, para ella, es el verdadero cambio que se viene en materia tecnológica en los mercados financieros del futuro: la adopción y el uso masivo de las criptomonedas.
"Está soplando un nuevo viento, el de la digitalización. En este nuevo mundo, nos contactamos en cualquier lado, en cualquier momento. Un mundo en el que los millenials están reinventando, de la mano del celular, cómo funciona nuestra economía.
Y ésta es la clave: el dinero mismo está cambiando. Esperamos que se vuelva más práctico y cómodo de usar, integrado con las redes sociales, disponible para su uso online entre particulares, incluyendo micropagos", agregó la funcionaria que en pocos días más estará en Buenos Aires para participar del G-20.
Dentro de este panorama donde las monedas virtuales ocuparían un lugar mucho más preponderante, el rol del Estado no dejaría de ser fundamental. A tal punto que, para Lagarde, los bancos centrales deberían empezar a revisar su actual reticencia frente a un tipo de activo financiero que va ganando cada vez mayor espacio.
"¿Deberían los bancos centrales emitir un nuevo tipo de dinero digital? ¿Un token [unidad de valor, N.del R.] respaldado por el Estado, o tal vez una cuenta abierta directamente en el banco central, disponible para que particulares y empresas realicen pagos minoristas?", se preguntó la jefa del FMI durante la charla. De acuerdo con su visión, se podría pensar en crear criptomonedas oficiales capaces de garantizar un nivel elevado de seguridad y protección a los consumidores, un aspecto muy discutido por estos días.
En ese sentido, Lagarde comentó que ya existen entidades monetarias nacionales que han empezado a evaluar los beneficios de lanzar sus propias monedas virtuales. Si bien China, Canadá, Suecia y nuestros hermanos uruguayos ya se lanzaron a pensar cómo podrían ser sus criptomonedas, el primero en ver todo su potencial fue Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra (BoE).
Hace dos años atrás, Carney afirmaba que el bitcoin era "una revolución en potencia", para lo cual lanzó una incubadora de start-ups sobre el blockchain, la tecnología que brinda la seguridad para el funcionamiento de la moneda virtual más exitosa hasta ahora. Pero esta visión no es compartida abiertamente por sus colegas, para quienes el bitcoin y las demás criptomonedas podrían ser una amenaza a su actual monopolio mundial en materia de emisión monetaria.
La pregunta del millón que se han hecho durante estos últimos años los principales bancos centrales consiste en saber cuál podría ser su rol en el futuro si las monedas virtuales (emitidas por fuera de estas instituciones) pasaran a ocupar un lugar de privilegio en los intercambios entre particulares, como medio de pago, depósito de valor o unidad de cuenta.
Para despejar todas estas dudas, Lagarde propuso que sean los mismos bancos centrales los que asuman dar el paso adelante y salgan al mercado a ofrecer criptomonedas que gocen del prestigio, seriedad y respaldo que solo pueden brindar entidades monetarias nacionales. "Creo que deberíamos plantearnos la posibilidad de emitir monedas digitales. Tal vez el Estado podría proveer dinero a la economía digital. Esta moneda podría responder a objetivos de política pública, tales como la inclusión financiera, la seguridad y la protección de los consumidores, así como proponer lo que el sector privado no está en condiciones de brindar: la confidencialidad en los pagos", manifestó durante su discurso.
Para la funcionaria, las criptomonedas y la tecnología blockchain poseen cuatro ventajas significativas. En primer lugar, son rápidas y baratas, gracias a costos generalmente bajos y plazos de entrega cortos. Además, la tecnología DLT ("distributed ledger technology") y los contratos inteligentes permitirían reemplazar algunos intermediarios de manera eficiente. Por otra parte, las monedas virtuales permiten almacenar datos sensibles de manera muy segura. Y garantizan los derechos de los usuarios, gracias a registros transparentes.
Veneno para ratas
Esta visión positiva que transmite Lagarde y el FMI choca con aquellos analistas y expertos que advierten de los riesgos de invertir en criptomonedas. Porque a nadie escapa el altísimo riesgo de que hoy estemos viviendo una burbuja especulativa en este mercado. Quienes defienden este punto de vista recuerdan que el bitcoin multiplicó su valor por 100 en poco más de dos años. Y que luego su precio llegó a derrumbarse un 50% en tan solo un mes.
De acuerdo con el célebre gurú Warren Buffett, el bitcoin es "veneno para ratas" basado en la especulación. "Crea un alza del precio, y así crea más compradores. A la gente le gusta especular, le gusta apostar", advirtió. Además, a esta enorme volatilidad hay que agregarle la polémica respecto del impacto en el medio ambiente del hecho de "minar" criptomonedas: un informe de Morgan Stanley calculó que, por cada moneda digital que se crea, se consume en promedio la misma cantidad de energía que requiere un hogar estadounidense durante dos años.
A pesar de ello, Lagarde es optimista: "La tecnología cambiará, y nosotros también debemos hacerlo. Para que no seamos la última hoja en una rama muerta, mientras los demás ya decidieron volar con el viento".