Los precios de los fertilizantes y los cultivos han caído bruscamente desde los máximos alcanzados tras el ataque ruso a Ucrania el año pasado. Sin embargo, especialistas y analistas agrícolas han advertido que el suministro mundial de alimentos sigue amenazado.
Los precios de los alimentos ya eran altos antes de la invasión a Ucrania a principios del año pasado, debido a las sequías y al acaparamiento por parte de gobiernos y empresas debido a la pandemia. Posteriormente, los precios de los nutrientes para los cultivos se dispararon como consecuencia de la posición de Rusia como mayor exportador mundial de fertilizantes, mientras que el aumento de los precios del gas natural, ingrediente fundamental de los fertilizantes nitrogenados, también ejerció presión sobre los mercados agrícolas.
El acuerdo del año pasado entre Moscú y Kiev sobre los cereales del Mar Negro contribuyó decisivamente a reducir los precios, junto con los abundantes suministros de Rusia, mientras que la baja de los precios del gas natural ha calmado los mercados de fertilizantes. Sin embargo, los analistas advierten que el acuerdo sobre cereales podría deshacerse, mientras que la volatilidad de los precios de la energía y el cambio climático también amenazan con socavar la producción de cultivos.
"Es como volar con un solo motor", afirma John Baffes, economista agrícola del Banco Mundial. "Mientras ese motor funcione está bien, pero si el motor se para entonces tenés problemas...Si alguno de [estos riesgos] se materializa, veremos una [suba de precios] muy, muy rápida".
El peligro más inmediato es el acuerdo sobre cereales respaldado por la ONU, que debe renovarse en marzo. Si no se prorroga, se bloquearán las exportaciones de grano ucraniano y los precios volverán a dispararse.
Aunque muchos cultivos, junto con los fertilizantes alimentarios, están exentos de las sanciones impuestas a Rusia por los aliados de Ucrania, muchos bancos, aseguradoras y grupos logísticos se han mostrado reacios a manipular los productos de sus agricultores, según funcionarios rusos y europeos. Las tensiones geopolíticas podrían interrumpir los suministros.
Otra amenaza es el clima. Las temperaturas récord del año pasado en Europa y otras partes del mundo se produjeron a pesar del fenómeno meteorológico de La Niña. Es fenómeno supone el enfriamiento de la superficie del océano Pacífico. Después de tres años consecutivos de La Niña, muchos meteorólogos advierten del aumento de las posibilidades de que este año se produzca lo contrario: el fenómeno de El Niño, que tiene un efecto de calentamiento.
El cambio de La Niña a El Niño "probablemente hará que las temperaturas globales en 2023 sean más cálidas que en 2022", advirtió la Oficina Meteorológica del Reino Unido a fines del año pasado.
A nivel regional, las condiciones de El Niño han provocado anteriormente sequías en el sur y el sudeste de Asia y Australia e inundaciones en América latina, incluidos Brasil y Argentina.
"Hemos tenido tres fuertes La Niñas seguidas, lo que no tiene precedentes. Pero un potencial El Niño el próximo trimestre... podría causar estragos en el clima de todo el mundo", dijo Kona Haque, jefe de investigación del comerciante de EDF Man. "Los países tropicales en desarrollo podrían ser los más afectados: Asia se volvería más seca bajo las condiciones de El Niño, mientras que Sudamérica podría sufrir precipitaciones excesivas".
Los niveles relativamente bajos de los inventarios de cereales han aumentado la preocupación de los analistas por el abastecimiento mundial de alimentos.
En el caso del trigo, es ilustrativa la relación stock-uso, una medida utilizada por el mercado de cereales y los economistas agrarios para evaluar la disponibilidad de productos básicos. Muestra que el stock previsto para el final de la campaña agrícola en junio se prevén en 58 días, el nivel más bajo desde 2008, cuando los precios internacionales de los alimentos se dispararon tras las sequías y el aumento de la energía.
"Debido a la baja situación de los stocks mundiales, los precios seguirán siendo volátiles y podrían subir bruscamente si se produce una sequía o un fenómeno meteorológico importante esta primavera [boreal]", afirmó Joseph Glauber, investigador principal del IFPRI, un think-tank sobre seguridad alimentaria, y execonomista sr. del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Los movimientos de divisas también son importantes para el suministro de alimentos en muchos países en desarrollo. A pesar de las recientes caídas de los precios de los alimentos en los mercados internacionales, la fortaleza del dólar podría mantener altos los costos en las monedas locales.
Esto significa que es probable que la inflación alimentaria para los consumidores persista durante varios trimestres, debido al retraso de alrededor de un año para que los precios negociados internacionalmente lleguen a las cadenas de suministro minoristas.
"La inflación alimentaria medida por el índice de precios al consumo (IPC) de alimentos sigue siendo de dos dígitos en la mayoría del mundo. Espero que el IPC de los alimentos descienda a medida que disminuya la inflación general, pero lo hará lentamente", afirma Glauber.
No obstante, hay algunos signos de mejora.
El índice de precios de los alimentos de la FAO, que toma los productos básicos agrícolas comercializados internacionalmente, ha registrado descensos mensuales durante nueve meses consecutivos. De hecho, los precios de los nutrientes esenciales y del trigo están más de un 40% por debajo de los máximos del año pasado.
La cosecha récord de trigo en Rusia y las abundantes cosechas de maíz y soja en Brasil han aliviado la escasez en los mercados internacionales de cereales y aceites vegetales, mientras que la reciente caída del precio del gas natural ha aumentado la producción de nutrientes nitrogenados para los cultivos.
El abaratamiento de los precios del comercio internacional, incluidos los de los fertilizantes, eliminará algunas presiones.
"Nos encontramos en un punto de inflexión. Los costos de los insumos y la presión sobre los márgenes para el agricultor parecen estar disminuyendo sustancialmente", dijo Michael Magdovitz, analista de cereales y oleaginosas de Rabobank.