El packaging diseñado por Compostame, se hace tierra en 180 días. Compostar los envases reduce un 40% los residuos que se tiran, disminuye la huella de carbono y genera abono y fertilizante orgánico para nuestras plantas o huertas.
En un contexto donde el 50% del volumen de los residuos es packaging plástico, en el año 2018 tres diseñadoras industriales comenzaron a pensar en alternativas y soluciones para reemplazar el uso del plástico en los diferentes tipos de packaging.
"Nuestra propuesta es ayudar a la industria en esta transición", explica Inés Mengido, una de las tres cabezas detrás de Compostame. "La demanda está, existe. Y cada vez, más insatisfecha", agrega.
En primer lugar, debieron vincular a los proveedores con la industria transformadora para llegar a convertir a la materia prima renovable y de materiales vegetales en los diferentes productos que ofrece la marca.
"Nuestros productos son versátiles y funcionales. Tenemos algunos aptos para líquido, rígidos, flexibles y de diferentes tamaños", enumera Inés. Entre ellos se destacan los cubos, las bandejas, los platos y el doy pack. "Siempre estamos pensando en diseñar nuevos productos y ampliar nuestra oferta", añade.
Además del producto en sí, la marca se propone acompañar con información. "Es importante que la gente sepa que biodegradable no es lo mismo que compostable y que indague más ante productos etiquetados como ecofriendly", explica.
Si bien está pensado para gastronomía, también se utiliza en perfumería e indumentaria. Con la certificación de la Senasa, toda la línea de envases está habilitada para el contacto con alimentos y tienen un valor que oscila entre los $ 11 y los $ 18 la unidad, según la medida y el diseño.
¿Una opción de nicho o la futura caja del Big Mac? El tiempo dirá, pero evidentemente la tendencia está.