Norma Londero, la emprendedora incansable: mermeladas y salames al estilo friulano (franquicias a la vista)

(Por María Rosa Ponce) Norma Lóndero es una mujer nacida y criada en Colonia Caroya, que ama la tradición italiana y la política. Registró su nombre como marca, construyó un circuito turístico en torno a la producción artesanal y genera una decena de puestos directos y decenas indirectos.

A sus 73 años no se siente cansada, ni estresada, mucho menos alarmada. Ha visto pasar varias crisis, entre ellas la propia cuando a sus 48 se quedó viuda y con tres hijos menores.

Lejos de autocompadecerse siguió por unos años con la carnicería en la que ayudaba a su marido; en el 2000 (en coincidencia con la declaración de Patrimonio de la Humanidad de las Estancias Jesuíticas) comenzó a crecer la demanda de productos regionales, por lo que hizo una apuesta y se convirtió a negocio de productos regionales.

Por entonces usaba la marca “La Casona”, en honor a la Casa Histórica de Caroya que había albergado a los primeros inmigrantes friulanos que fundaron la ciudad en 1878 y de los que desciende la familia de Norma; pero lamentablemente para ella ese nombre ya estaba registrado y debió abandonarlo

Al enviudar de Ñañez, volvió a su apellido de soltera, Lóndero y junto al asesor en negocios (y comunicador social) Cristian Brovelli desarrolló el nuevo concepto de negocios con su nombre propio: Norma Londero

“Con Norma formamos un gran equipo, disfrutamos mucho de lo que hacemos… es una aplanadora como emprendedora, con una mentalidad abierta, una persona con ganas de hacer, de innovar, no se le achica a nada. Ella es muy inteligente, muy abierta a escuchar y hacer lo que le sugieren, se ha sabido rodear de gente que le ha aportado conocimientos varios”, explica Cristian.

Los emprendimientos funcionan con la marca Norma Lóndero en productos dulces y conservas, Il Bom Salam para chacinados y embutidos y finalmente Furlan Light para productos de bajas calorías.

En poco tiempo pasaron de producir una decena de frascos de mermelada a cientos; hoy se llenan y comercializan unos 8.000 frascos anuales entre mermeladas y escabeches.

De tener sólo un empleado pasó, según la temporada, a tener 8 o 10 personas trabajando en su negocio y de fabricar 100 kilos de salame caroyense a unos 500 y hasta 700 kilos semanales.

“Todo se vende: hay semanas que el sótano (donde se maduran los chacinados y embutidos) queda vacío. Hay días que se hace doble turno para seleccionar la mejor carne y preparar salames, salamines, bondiolas y jamones”, comenta entusiasmada esta productora artesanal.

Ante este suceso, su asesor de negocios ya sugirió la posibilidad de franquiciar sus marcas y su sistema de negocio, que claramente es rentable y posible de replicar. 

El emprendimiento pasó de recibir tres o cuatro familias por semana a unos 2.000 turistas semanales que llegan en colectivos provenientes de todo el país, tentados por la idea de vivir la experiencia de saborear gastronomía de tradición friulana. En el mismo lugar donde se elabora, se fracciona y envasa.

Su método es simple, los operadores turísticos ya tienen su contacto (ya nos los busca, ellos llegan solos) y en forma permanente le reservan las visitas, donde los recibe un guía o la misma Norma para contarles una breve historia familiar. Luego hacen el recorrido, se les muestra la zona de producción, se visita el sótano de donde cuelgan todos los productos hasta su maduración, se degusta un café acompañado de una rodaja de salame caroyense y algún alfajor.

“A la crisis del 2001, ni la sentimos, el boom de las Estancias trajo turismo internacional y nacional de calidad que compraba todo lo que producíamos, igual que ahora”, dice sobre aquel y este momento. “La diferencia está en el tipo de turismo: después de las restricciones por la pandemia, se retomaron los viajes estudiantiles y de jubilados”, su principal nicho actual. 

“Todos se llevan el souvenir comestible a su casa, para los parientes y ahí está la cavle para que la demanda supera la producción”, explica Lóndero.

A punto de presentar un libro con su biografía personal y de inaugurar la ampliación de la cocina de dulces y bautizar espacios para reconocer a personalidades de su ciudad, asegura que “ésta será una gran temporada pese a todo lo que pasa en el país”.

Norma es incansable. Además de su negocio, se da tiempo para las comisiones de la Iglesia, participa de cuanta entidad la convoca, ayuda en todo lo que puede en la comunidad, ha participado activamente en política y aunque tuvo la posibilidad de ser intendente, prefirió su faceta de emprendedora y madre desde la que crió tres hijos (hoy convertidos en profesionales) y ahora ve crecer a su nieto.

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