Veamos parte del bosque: si sumamos lo que vendieron Cencosud (Disco, Vea, Easy), Dinosaurio, Libertad, Wal-Mart y Carrefour (en sus respectivos y múltiples formatos) en un mes típico (noviembre 2019), tenemos $ 3.000 millones.
Cuando el próximo jueves 30 de enero Córdoba firme la adhesión a la tarjeta alimentaria del Gobierno Nacional, 117.000 familias empezarán a recibir $ 4.000 o $ 6.000 por mes (dependiendo que haya madres con un hijo o más), lo que multiplicado por un promedio de $ 5.200 nos da un total de $ 600 millones cada mes que irán al consumo de alimentos (la tarjeta no permite extraer dinero de cajeros ni usarse -al menos en su reglamentación- para otros productos).
Así, si Libertad (por tomar un minorista) captara el 10% de esa masa de ingresos se quedaría con $ 60 millones “extra” en febrero, un 10% adicional a las ventas que tuvo en noviembre.
Seguramente el consumo de “desparramará” en una larga cadena de comercios con posnet, desde almacenes de barrio a hipermercados, aunque es de suponer que por el monto de la tarjeta y la fuerza centrípeta que ejercen las grandes superficies con sus comunicaciones y ofertas, buena parte de estos $ 600 millones quedarán en los jugadores más grandes.
“Es muy probable que la familia que reciba la tarjeta aproveche para hacer una compra grande, a lo sumo dos, y ahí las grandes superficies se vuelven muy convenientes: se paga una sola vez el remise o el viaje y se pueden aprovechar buenas ofertas y descuentos”, explican desde el sector.
Precisamente, esa lógica de consumo que refuerza la tarjeta alimentaria fue uno de los ejes de la crítica al programa desde espacios políticos afines al Gobierno Nacional: “En las villas y comercios de barrio no tienen posnet y entonces se concentra ese consumo en el supermercadismo que es bastante monopólico en Argentina”, analiza al respecto Juan Grabois, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP)