Una encuesta de Great Place to Work, donde participaron 57.447 empleados pertenecientes a casi 60 empresas, determinó qué tan preparadas están las mismas para enfrentar los cambio de mercado. Basándose en preguntas como: ¿Existen espacios para innovar en la organización?, ¿Los jefes apoyan estas iniciativas? ¿Qué motiva a los colaboradores a proponer nuevas ideas?, quedó demostrado que las organizaciones más capacitadas a innovar son todas aquellas orientadas a generar nuevas ideas, donde sus integrantes tienen la libertad de generar y proponer ideas nuevas de cara al futuro.
Pero el gran hallazgo de esta investigación fue el ratio de velocidad de innovación, es decir, la medida que permite saber cuál es la capacidad de innovar de una organización a través de la cuantificación de los empleados que tienen la oportunidad vs los que no la tienen, dejando así tres estados: el de Aceleración, el de Funcionalidad y el de Fricción.
Aceleración
Cuando hablamos de aceleración nos referimos a empresas donde sus empleados están preparados para adaptarse de manera rápida a las disrupciones. Tienen un enfoque positivo, están alineados con el negocio y sus ideas están más vinculadas al beneficio general que al personal, lo cual nos deja que el ratio de innovación es 13:2, o sea, por cada 13 colaboradores deseosos de innovar, hay dos que no lo están.
Los líderes, un pilar fundamental
Porque no solo es mera inspiración, detrás de cada empleado hay un líder, que en este caso, pregona por el cuidado de su personal, permitiéndoles tomar decisiones libremente y dándoles seguridad de que son escuchados.
Hacerse a un lado no siempre es malo...
Si bien el rol de los jefes es sumamente importante, a veces es necesario dar un paso al costado, para que los empleados tomen las riendas y el desarrollo de sus propias ideas, siendo como una guía inspiradora, que observe y les asegure poder llevar a cabo los procesos de una forma óptima. También su función es elegir dentro de las múltiples ideas, cuáles se llevarán a la práctica (generalmente las que vayan en línea con el negocio), lo que conlleva a dejar de lado las viejas prácticas tradicionalistas de liderazgo de las últimas décadas.
Funcionalidad
Este estadio se caracteriza por la obtención de resultados mixtos: se producen buenas ideas, pero no todas llegan a concretarse.
Como de cada 7 empleados que se aventuran a innovar con sus propuestas, hay dos que no lo hacen, nos da un ratio de 7:2, una característica típica de empresas donde existe cierta inercia a la hora de tomar decisiones o dar el salto hacia nuevas visiones y proyectos. Mucho potencial, pero generalmente obstaculizado por líderes reacios a moverse de su estructura.
Este tipo de líder, si bien da autonomía, no otorga las herramientas necesarias para que los integrantes de la organización tomen control de su propio trabajo. Ven la innovación pero no logran empoderar los equipos de trabajo, desperdiciando mucho potencial y por consecuencia, oportunidades.
Fricción
Por último llegamos al estado de fricción, que, como la palabra lo dice, engloba a las empresas cuyo ratio de innovación es de 2:2, cada dos empleados dispuestos a innovar existen dos que no lo están. Un ratio bajo, si bien existen personas con capacidad de proponer ideas, hay otras que viven bajo discusiones internas, sensaciones de injusticia y favoritismo, donde el sueldo salta como factor entre los demás estadios, pese a que no tenga correlación a la hora de ser innovativo.
A fin de cuentas...
Lo que se obtiene de esta investigación es que lo más importante a la hora de lograr un buen ratio de innovación es darle voz y capacidad propia a todos los empleados, no solo proponer, sino aventurarse a llevar esas ideas innovadoras, pioneras, a la práctica.
¿Y tu empresa? ¿En cuál estadio se ubica?