Como parte del conglomerado AB InBev (en proceso de unión con SABMiller, además), Quilmes domina con abrumadora comodidad el mercado de la cerveza en Argentina.
Pero sus ejecutivos están alertas: la histórica botella (el porrón) de un litro que va y vuelve 29 veces entre el minorista y el hogar está siendo reemplazada por la lata de aluminio, cuyo componente (importado) es cada vez más barato y práctico.
Así, hoy es tan barato (o caro) tomar un litro de cerveza comprado con envase retornable (antes el rey de los precios) que tres (o dos) latas que son más prácticas, individuales y “con onda”.
Desde Quilmes, Pablo Qerol advierte: hoy las latas en Argentina pueden ser tan baratas porque no pagan todo el circuito de recupero que hay detrás de una botella de vidrio y que son parte de las 90.000 personas que integran (directa e indirectamente), el sistema general de la empresa.
Los datos de la empresa indican que 90% del volumen de cerveza en el país se comercializa a través de envases de vidrio retornables y que las latas sólo representan 4% del mercado. Pero el riesgo está: “hay que defender la industria del vidrio por varios motivos: es una industria nacional, el muy amigable con el medio ambiente y genera muchos puestos de trabajo”.
Según la gente de Quilmes, las planchas de aluminio con que se hacen las latas de cerveza llegan desde fuera ya impresas, inclusive dañando la industria gráfica que elabora 2.800 millones de etiquetas al año sólo para esta compañía (etiqueta, cuello, reverso).
Y como si todo esto fuera poco, redondean desde Quilmes, la lata genera un consumo directo desde ese envase, haciendo que la cerveza pierda parte de su sabor, de la misma manera que un vino no sabe igual si se bebe del pico de la botella o en un copón.
Claro que Quilmes también ofrece latas porque hay ocasiones de consumo donde se impone ese formato, pero es muy distinta su política de precios: hacer un litro de Quilmes con tres latas de 354cc. sale el doble de cara que comprar el mismo volumen en el tradicional porrón.