Hace tiempo que es posible encontrar diversas opciones sin TACC o gluten-free a la hora de comer. Sin embargo, la posibilidad de sentarse en un restaurante con una vajilla especial, entrada y postre aptos, no es algo fácil de encontrar.
“Muchas personas vienen desde Buenos Aires. No pueden creer que acá exista esto y nos piden siempre que abramos allá”, explica Lucas Pietropaolo, uno de los dueños y chefs de San Pietro.
“Somos tres amigos gastronómicos que planeábamos tener una pizzería familiar, sin mantelería, algo bien simple. Hoy los 3 somos los chefs del lugar”, añade Lucas, quien junto a Juan Mengo y Nicolás Del Campo hace 2 años sumaron al restaurante una cocina exclusiva para celíacos.
“No vivimos de la cocina celíaca. De 150 personas que vienen a comer un sábado, solo 18 son celíacas. Lo que siempre destacamos es que el celíaco se siente a gusto pudiendo elegir prácticamente cualquier plato de la carta. El celíaco puede compartir la mesa con 15 personas que no lo son”, explica.
Cuando uno se sienta en una mesa de San Pietro, el mozo se acerca y consulta si alguien de la mesa es celíaco. En ese momento, si la respuesta es afirmativa el mozo cambia la vajilla del comensal y la comanda sale de la cocina celíaca a la vista. “Es importantísima para nosotros la exhaustiva capacitación del personal. Los mozos deben saber que cualquier error, por más mínimo que sea, puede resultar muy grave”, advierte Lucas.
Con dos cocinas funcionando en simultáneo y la necesidad de coordinar 5 chefs, el restaurante también se ocupa de la extrema calidad y calidez de sus productos y atención. Absolutamente todo lo que se ofrece en la carta es de elaboración propia, además de que el 80% de la carta es apta para celíacos, ofrecen platos aptos para veganos y vegetarianos. Como complemento y detalle de valor agregado, cuentan con una exclusiva carta de vinos boutique que se modifica cada 3 meses.
Ubicado en la calle Viamonte al 45, San Pietro no se encuentra en el centro de ningún polo gastronómico. “Nadie llega a San Pietro porque pasó con el auto. Vienen buscando la experiencia”, detalla Lucas.
“Somos gastronómicos, no comerciantes. Buscamos la calidad del sabor del plato de la abuela: algo clásico pero con una presentación bien estética y con mucha decoración”, concluye.