Estaban Luis Juez y Rodrigo de Loredo. Sí, sí. Y muchos funcionarios provinciales y municipales. Y “todos” los empresarios que habitualmente sobrevuelan los eventos de la Fundación Mediterránea, dueños y algún gerente, muchos hombres y pocas (cada vez más) mujeres. Y dos mesas llenas de periodistas.
Nadie esperaba una sorpresa en el discurso del gobernador que pareciera haber iniciado su gira de despedida del último año y medio de gestión que le queda. Los periodistas se quedaron con ganas de alguna declaración y se conformaron con la predisposición de Martín Llaryora (claro, también estaba), el sucesor “natural” a la alternancia De la Sota - Schiaretti - De la Sota - Schiaretti.
Llaryora insistió que el “modelo Córdoba” (tranquilo, ya llegaremos a eso) debía ser amplificado a nivel nacional, impulsando una exposición que el propio Schiaretti no pareciera del todo convencido a asumir.
“La fórmula es Larreta-Schiaretti”, se escuchó (se volvió a escuchar) entre las mesas del Holiday Inn. En esa línea, lo que debería venir en Argentina es una coalición que -sin incluir a Cristina ni al “albertismo” (¿existe tal cosa?)- tampoco tenga a Macri arriba del escenario principal. Una unión del unitarismo porteño que encarna Larreta y el interior federal que se resume en Schiaretti. Habrá que hacer converger en esa ilusión de Larreta-Schiaretti a los radicales que quieren ser cabeza (Manes), los otros Pro con ganas o amagues de ser (el mismo Macri, “Patricia”) y hasta algún “Lilito” suelto por ahí. Ah… y a Pichetto.
Veremos…
En su exposición frente a los empresarios “mediterráneos” (que Schiaretti visita cada año), volvió a defender el “ahorro corriente”, una cuenta pública que asimila a la rentabilidad de una empresa.
En “la” foto de Alvaro Corral que ilustra esta nota, está el dato: US$ 5.449 millones de “rentabilidad” generó la gestión de Schiaretti entre 2016 y este año en curso.
Eso que -dice Schiaretti- su gestión austera le hizo “ganar” a Córdoba permitió llevar adelante el plan de obras públicas más importante de la historia de la Provincia: US$ 7.206 millones previstos con 5.599 ya erogados.
Ahí incluye los 3.000 kilómetros de gasoductos que Córdoba realizó mientras (enrostró) la Nación no puede terminar el tendido de 700 km que -desde Vaca Muerta- asegure gas al país y la exportación. Y en ese plan de obras, claro, suma las rutas provinciales, la Circunvalación de Córdoba, las obras eléctricas, de conectividad, las escuelas, los hospitales, las cloacas.
Y en su enumeración de aciertos y logros (que levantó varias veces aplausos), Schiaretti incluyó haberlo hecho cobrando impuestos entre los más bajos del país, con la menor cantidad de empleados públicos sobre población total y con un nivel de deuda muy manejable: apenas el 8% del PIB estimado de Córdoba y menos de 6 meses de recaudación.
“Escuchando a Schiaretti pensé en bajar mi candidatura a gobernador -ironizó el veloz Luis Juez-: parece que ya está todo hecho”.
Más allá de la chicana de Juez, a la oposición “cambiemita” se le hace difícil “pegarle” a Schiaretti. De Loredo ensayó críticas a la seguridad en Córdoba y afeó las supuestas bondades impositivas de la provincia que -dice el candidato a la intendencia capitalina- “asfixia los bolsillos”. Puñetazo al aire.
En el tramo final, el “Gringo” (como se llamó a sí mismo el gobernador) criticó con cierta vehemencia los disparatados subsidios nacionales a Edenor y Edesur, al boleto urbano de porteños y bonaerenses, a AySA y hasta culpó a YPF de vender el GNC y las naftas más baratas en la mayor conurbación del país que en el interior.
Con algunos funcionarios aplaudiendo de pie, el cierre del discurso de Schiaretti dejó con ganas de alguna definición más sobre a qué avenida se sumará el cordobesismo ahora que el Peronismo Federal no existe. “Con Alberto no va, con Cristina menos… con Milei tampoco… y no va jugar solo con boleta corta”, repasó alguien a los postres. En el jardín de los senderos que se bifurcan, a Schiaretti parece quedarle sumarse a la pata peronista cambiemita, pero no como furgón de cola.
La fórmula es Larreta-Schiaretti, repitió alguien más. Veremos…