Argentina cerró 2024 y 2025 con superávit fiscal y comercial, un doble resultado (los llamados “superávits gemelos”) que marcó un punto de inflexión para la macroeconomía. Sin embargo, el dato fino revela una señal de alerta: el superávit comercial se achicó fuerte durante 2025, encendiendo dudas sobre su continuidad el próximo año. Con ese telón de fondo, la pregunta se vuelve inevitable: ¿qué puede pasar en 2026?
Un análisis de Jidoka, empresa especializada en comercio exterior, muestra que el problema no es la desaparición del superávit (al menos por ahora) sino la velocidad con la que se cerró la brecha entre exportaciones e importaciones. Y advierte que, sin correcciones, el saldo positivo podría evaporarse.
Los datos oficiales del Intercambio Comercial Argentino (ICA) entre enero y agosto de 2025 reflejan esta dinámica. Las exportaciones crecieron, pero a un ritmo moderado, mientras que las importaciones aceleraron con fuerza, impulsadas por la reactivación económica y la normalización del comercio.
La foto del comercio exterior: 2024 vs. 2025
| Indicador | 2024 | 2025 | Variación |
|---|---|---|---|
| Exportaciones | US$ 52.135 M | US$ 55.367 M | +6,2% |
| Importaciones | US$ 38.060 M | US$ 50.296 M | +32,1% |
| Balanza comercial | US$ 14.075 M | US$ 5.071 M | -64,0% |
El saldo positivo se redujo 64% interanual, un dato que, para Jidoka, no debe leerse como un fracaso sino como una advertencia temprana.
“Las importaciones hoy están traccionadas por la reactivación: bienes de capital, insumos y tecnología que la industria necesita para producir y competir”, explica Gabriel Salomón, director comercial de Jidoka. Y agrega: “Restringirlas sería un error. El desafío es que las exportaciones crezcan a la misma velocidad”.
El cuello de botella exportador
Desde la compañía señalan que uno de los principales frenos estructurales es el sistema de devolución del IVA. Aunque las exportaciones están exentas, los exportadores deben financiar el impuesto en toda su cadena local y esperar hasta un año para recuperarlo. Ese costo financiero (equivalente al 21%) suele comerse márgenes completos y resta competitividad frente a países como Chile, donde el reintegro demora menos de un mes.
“Agilizar la devolución del IVA sería una medida de alto impacto y bajo costo fiscal”, subraya Salomón.
Los tres (más uno) escenarios para 2026
Con este diagnóstico, Jidoka proyecta distintos caminos posibles para la balanza comercial del próximo año:
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Escenario conservador: continuidad de las tendencias actuales y déficit comercial de US$ 5.000 a US$ 6.000 millones, en línea con el presupuesto.
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Escenario moderado: mejora exportadora y contención de importaciones, con equilibrio o déficit marginal.
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Escenario optimista: fuerte empuje de energía, minería y agro, con moderación de importaciones no esenciales, y superávit de hasta US$ 2.000 millones.
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Escenario pesimista: importaciones aceleradas y exportaciones estancadas, con déficit superior a US$ 6.000/8.000 millones y mayor presión externa.
“Las proyecciones muestran una encrucijada clara: el camino al superávit es estrecho y depende casi exclusivamente de que las exportaciones despeguen”, resume Salomón.
De cara a 2026, el mensaje de Jidoka es contundente: el superávit comercial no está garantizado. Sostenerlo ya no dependerá de frenar importaciones, sino de vender más y mejor al mundo. Ahí se juega, otra vez, la suerte de uno de los gemelos clave de la macro argentina.