“Hace 15 años que me dedico al turismo inclusivo y decidí abrir un complejo de cabañas en las montañas; este fue el primero del país en ser 100% accesible, pero las personas con movilidad reducida no podían llegar. La ridícula ironía de la situación me golpeó y supe que necesitaba encontrar una solución”, expresa Alejandro.
En un comienzo, comenzaron a imitar un prototipo de monociclo francés, pero como debían adecuarlo a la realidad y a las necesidades locales, hicieron algo mucho mejor que lo que habían visto. “Primero, hicimos una silla anfibia que pudiera cruzar los ríos de nuestra zona, luego la transformamos en algo también apto para caminatas. Lo probamos con personas que lo necesitaban, observando qué funcionaba y qué necesitaba mejorar”, agrega Alejandro.
Como el 626 de Lilo & Stitch, Champabike tuvo su experimento 00 al cual denominó “Champa” (como el nombre de la marca). ¿Por qué ese nombre? En honor al Cerro Champaquí, ya que allí se realizó la primera prueba del prototipo, que, alerta de spoiler, fue todo un éxito.
La Champa Bike es como un carreta con un sillón en el medio, con tapicería que puede resistir los elementos, reposabrazos plegables y reposapiés ajustables.
Cuenta con una rueda con llanta reforzada y suspensión hidráulica, que cambia de posición según las necesidades del camino. Los manillares laterales se extienden tanto por delante como por detrás, para ser guiados y soportados por dos personas.
¿Dónde se consiguen las Champa o las anfibias? Si tenés la suerte de viajar y conocer distintos lugares de Argentina, podés encontrar estas sillas en distintos parques nacionales del país. Si no, obvio que podés contactarte a través de las redes sociales o la página web de Champabike para conseguir la tuya. Hoy en día, llevan vendidas más de 100 sillas anfibias y más de 60 Champas.
¿Qué costo tienen? La Champa tiene un costo de US$ 3.100 (teniendo en cuenta el dólar oficial) y la silla anfibia tiene un costo de US$ 1.800.
¿Proyectos a futuro? Hoy en día, se encuentran desarrollando nuevos productos, innovadores (y que aún no existen en el mercado). “Siempre mi deseo, más que vender y sumar sillas vendidas, es lograr que cada vez más lugares turísticos sean accesibles para todas las personas que quieran visitar el lugar que les plazca”, finaliza Alejandro.