Magariños explica por qué el Mercosur “fue una oportunidad perdida” (“el futuro está en Asia”)

- ¿Hacia dónde va el comercio mundial en general?
El mundo atraviesa la transformación demográfica y sociopolítica más importante desde el siglo XIX: la fuerza laboral en los países emergentes crece con cada vez más fuerza. Por ejemplo, China en el ’75 tenía el 47% de su gente en edad de trabajar y hoy es del 64%, aumentó 20 puntos porcentuales en 25 años. Obviamente, es causa y también consecuencia del desarrollo de estas regiones la entrada al mercado de más individuos. Hay una fenomenal explosión de la clase media, que en 10 años alcanzará 3.200 millones más de individuos y tendrá el 60% de incremento en una década. La implicancia es que China pasará a ser un país de clase media,  con la mitad de su población en ese nivel, tendrá el porcentaje que hoy tienen Europa y Estados Unidos. La curva ascendente más profunda de esta tendencia se dará entre este año y 2022. Todo este movimiento tiene como contrapartida una explosión en la demanda de alimentos, de energía  y de infraestructura urbana. Asia en siete años representará el 42% del consumo global de la clase media, cuando hoy ese valor está en el 23%.

- ¿Qué perspectivas a mediano plazo le asigna a la Alianza del Pacífico México-Perú-Chile-Colombia)?
Desde el punto de vista comercial creo que es el suceso más importante que se registró en las últimas dos décadas. De acuerdo a cómo evolucione puede ser clave para el mundo. Es una alianza que involucra al más alto nivel gubernamental y el resto se alinea; en este caso, los presidentes de los países trabajan como si fueran colegas de empresa. Están decididos y construyen un área económica común con ejecutividad, de manera moderna. Estas características muestran la lógica que tienen estos líderes. Es un proceso que se fue gestando a través de diferentes gobiernos, los sucesores de quienes lo encaminaron apoyaron la tarea iniciada y la continuaron, por lo que está claro que es una empresa que trasciende los intereses políticos partidarios. Se trata de políticas de Estado que están basadas en democracias y economías estables; los países socios demuestran que son capaces de mantener políticas de largo plazo. De hecho, México y Chile aparecen en Asia y Europa como dos naciones muy seguras para invertir y esta alianza los potencializará. Colombia y Perú tienen más para demostrar, pero suscribir este acuerdo marca hacia dónde van, cuál es su objetivo.

- Con esta alianza, ¿México desplazará a Brasil como locomotora de la región?
Es cierto que los dos países siempre compitieron más allá de que uno no quiera verlos como antagónicos, pero entiendo que esa competencia en el mediano plazo podría converger. Brasil es, en el plano mundial, un socio estratégico para una alianza con salida hacia el Atlántico, ya que hoy tiene más lazos con esa área que con Asia y esa es una zona que mantiene atractivo y lo seguirá teniendo. Pero es verdad que está obligado a repensar su peso geoestratégico ante la emergencia del Pacífico como área de influencia hacia futuro. La lógica de la Alianza del Pacífico es proponerse como una plataforma para la región en esa dirección. Así, Brasil y México pueden coexistir y convivir como dos potencias.

- ¿Definitivamente el comercio mira Asia?
No exclusivamente, pero es cierto que no hacerlo pueden generar problemas para muchas empresas. Hay que pensar también en sobrevivir y defenderse de Asia, para eso hay que trabajar para su población. Los asiáticos saben lo que quieren y tienen una estrategia a largo plazo definida. Hay que imitarlos en su hábito de pensar a 50 años vista. La revolución en el consumo va a ser un estímulo para la innovación tecnológica. Hay oportunidades que no hay que perder.

- ¿Se terminó el Mercosur? ¿Qué futuro le ve al bloque?
El Mercosur se malogró hace mucho, por la dinámica argentina y por el manejo que hizo Brasil. Hoy parece más un acuerdo político para mantener la tranquilidad de la frontera sur brasileña ya que el comercio entre los países fluctúa al compás de los ajustes macroeconómicos de los socios. Estoy convencido de que fue una oportunidad perdida. Brasil fue buscando otras fronteras y hoy el bloque está desarticulado, tiene un respirador artificial circunscripto a determinadas actividades no menores y estratégicas, pero perdió fuerza. La Alianza del Pacífico podría ser una oportunidad para rediscutir el Mercosur que aparece como distraído, como que no mira lo que está pasando.

- En este escenario, ¿qué debería hacer Argentina a mediano plazo, crear lazos con la Alianza del Pacífico?
La Alianza es un hecho de política comercial y económica que obliga a repensar el rol del Mercosur en la región y hacia dónde va el bloque. Está claro que, como país, no estamos donde debemos ni donde planeábamos estar. Argentina debe abandonar los complejos que nacieron en el 2001/02 respecto de los lazos financieros internacionales y lanzarse a reconstruir su relación con el mundo. No hay que perder de vista que quedarse quieto no es conservar lo que uno tiene sino arriesgarse a perderlo gradualmente. Argentina debería hacer propuestas a los dos, al Mercosur y a la Alianza ya que la economía, sin remedio, se desplaza hacia Asia. No se puede perder de vista esa región y la Alianza se presenta interesante desde esa óptica.
 
- ¿Cómo ve a Córdoba en este nuevo diseño de comercio mundial?
En general, siempre impresiona bien a los extranjeros. Es una provincia organizada, tiene infraestructura, muy buen nivel de educación. Tiene la base para integrarse al mundo, incluso pese a las restricciones nacionales y debe participar de esa discusión en términos políticos, empresarios y económicos.

- Pero, por ejemplo, la Alianza del Pacífico no aparece en la agenda empresaria de la provincia, ni en la del Estado…
Seguramente que la Alianza no aparezca es producto del peso de la economía brasileña en Córdoba. Hay que sentarse a pensar y diseñar seriamente cómo hacemos para llegar a Asia; hay algunas compañías que lo buscan por sí solas, pero es hora de empezar a preguntárselo de manera más organizada para involucrar una estrategia. La posición geográfica de la provincia le provee una ventaja para repensar su estrategia comercial.

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