Haciendo fortaleza de una debilidad. Aunque como ciudad balnearia tiene muchos atractivos, las autoridades de Viña del Mar entienden que para consolidar el destino turístico y romper la estacionalidad de enero y febrero, la ciudad tiene que sumar ofertas y productos turísticos, aún fuera de sus límites políticos. Sí. como si Carlos Paz saliera a mostrar las bondades de Cosquín y La Falda. Raro para la mentalidad argentina, lógico para la chilena.
El Valle de Casablanca. Con semejante nombre, este valle -de donde se exportan los mejores vinos blancos de Chile- está apostando cada vez más al turismo rural y enológico. Así, el tour que motorizó la ciudad de Viña del Mar incluyó la visita de Estancia El Cuadro, un coqueto establecimiento con cocina típica que permite, además, ver algo de la traición cultural chilena, como el rodeo y el baile de la cueca. Recomendable.
Valparaíso, la bohemia, la cultura, la historia. Vecinos contiguos, pero de edades y tradiciones muy diferentes, Viña del Mar y Valparaíso se complementan. A las playas y la movida de Viña, Valparaíso le suma la bohemia, la historia y la cultura de una ciudad tan imbricada como sorprendente. Declarada Patromonio de la Humanidad por la Unesco, en Valparaíso, sus cerros y ascensores, dejan siempre la idea de que quedó algo sin conocer, un rincón sin descubrir.
Los Andes, con nieve o sin ella. Pero Casablanca y Valparaíso no son los dos únicos destinos que nos hizo conocer el tour de Viña del Mar. Aprovechando la cercanía relativa (unos 120 kilómetros), conocimos San Francisco Lodge, una predio de cabañas con capacidad de 300 camas enclavado al pie de la precordillera y donde -fuera de temporada turística- muchas empresas de Chile llevan sus equipos gerenciales para actividades de coaching.