“Los datos de enero último indican que, por cada 100 pesos de gasto público, el erario recaudó sólo 81. Mientras no se cierre esta brecha, la presión sobre el Banco Central para cubrirla hará que continúe la dominancia fiscal sobre la política monetaria y que ésta no pueda cumplir un rol antiinflacionario”, asegura el experto.
“Atacar la inflación requiere un plan integral que elimine todos los factores que la alimentan. Para ello se necesitan políticas de orden monetario, fiscal, cambiario y de ingresos totalmente coordinadas en pos del logro de dicho objetivo. Las medidas parciales son sólo paliativas y no lograrán erradicarla”, completa el director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano.
“En la Argentina, las expectativas de alzas de precios dependen de la inflación pasada. Este elemento fue identificado por el gobierno como el principal responsable de los aumentos. Por ello, optó por congelar tarifas y combustibles y ralentizar el tipo de cambio. Pero sin desindexar la economía, no puede eliminarse la inflación. Existen miles de precios de bienes finales e insumos que periódicamente se ajustan en base a la inflación pasada. Esta inercia genera un piso para los aumentos de precios”, observa Beker.
“Sólo uno de esos precios es el de los salarios. En noviembre y diciembre de 2019, según los últimos datos disponibles, el índice total de salarios creció un 5%, impactando sobre lo costos de las empresas, que los trasladan a los precios. Esto genera demandas de aumentos salariales y así se retroalimenta la espiral, que sólo puede cortarse merced a un acuerdo de precios y salarios. Pero este acuerdo sólo será efectivo si va acompañado de una emisión monetaria ajustada a la meta de inflación”, continúa el economista.