La historia comienza con el abuelo de Patricio, quien junto a su hermano y un tío, impulsados por la idea de innovar, decidió incursionar en la producción de helados. La llegada de Yolanda, una cocinera enviada en tren desde Rosario con recetas en mano, marcó el inicio de una aventura que perduraría por generaciones.
En aquellos años, el proceso de elaboración era todo un ritual: desde cocinar la mezcla por la mañana hasta dejarla reposar durante la noche, el arte de hacer helados era una labor meticulosa y manual. "Se hacía con huevo, y era un proceso que demandaba su tiempo", cuenta Patricio, destacando la dedicación que requería cada lote de helado.
El traslado del negocio a Las Varillas, hace una década, marcó un hito en la historia de Heladería Mayo. Aunque el comienzo en la nueva localidad no estuvo exento de desafíos, con una demanda que superó todas las expectativas en los primeros días, la familia Mainero supo adaptarse y evolucionar.
Hoy en día, la fábrica de Heladería Mayo combina la tradición artesanal con la tecnología moderna. Maquinaria de última generación permite convertir una mezcla caliente en helado en cuestión de minutos, mientras se preserva el sabor y la calidad que caracterizó a la marca durante más de medio siglo.
"Pese a la modernización, mantenemos intacta la esencia artesanal de nuestros helados", finaliza Patricio.
Como en cada ocasión que nos encontremos, reiteramos la invitación a sumarte, a seguirnos, a ser parte de esta movida que involucra a todos los cordobeses, porque todos #somosutuco.