TurboLab parte de la premisa que el 80% de los desarrollos tecnológicos que necesitan las empresas no son software “core” (el núcleo del negocio) sino programas periféricos que aliviarían muchos dolores pero para los que nunca hay tiempo o recursos.
Con este nuevo modelo de programación a medida, Vates simplifica y estandariza los procesos de programación, centrándose en una sola tecnología para el backend (Python Fast API) y otra para el frontend (React JS).
Además, trabajaron en normatizar muchas bibliotecas de software ya desarrolladas (buena parte de los códigos ya están todos escritos) y diseñaron un mecanismo que minimiza los desperdicios y permite la reutilización de estos software en un ambiente de alta productividad y tecnologías ágiles.
En TurboLab ya trabajan 30 personas (en su gran mayoría programadores juniors), al tiempo que hay 50 en formación (bajo el programa provincial PIL) y otros 40 que se formarán en la Universidad Blas Pascal.
“En 2024 el plan es pasar de estos 30 desarrolladores a 100”, resume Mario Barra en el lanzamiento formal de TurboLab, una iniciativa que ya tiene productos funcionando diseñados en este entorno.
Una de las claves para reducir entre 30% al 50% los tiempos (y los costos) está en que TurboLab se nutre de desarrolladores en formación que -como hacen los residentes de medicina- practican sobre casos reales, siempre bajo la supervisión y el control de personal senior.
En ese contexto, TurboLab une los mundos del backend (la programación dura) y el frontend (el diseño “bonito” y de fácil uso): los maquetadores tienen formación en programación para cerrar la brecha entre el diseño inicial y el producto entregado.