El déficit se divide en dos grandes categorías: el “cuantitativo,” que es la falta de viviendas, y el “cualitativo,” que son viviendas que existen, pero necesitan arreglos. Y acá es donde está el nudo del problema: en Argentina, el déficit cualitativo es el más fuerte. Por eso, no solo se necesita construir nuevas casas, sino también trabajar en las que ya existen para mejorar la vida de sus habitantes.
Uno de los puntos críticos es el hacinamiento. En muchas viviendas viven más personas de las que deberían, algo que afecta mucho la calidad de vida, y es particularmente común en zonas donde el mercado de alquiler es limitado. En áreas rurales, el acceso a servicios básicos sigue siendo un problema central, mientras que en las ciudades, el desafío es mejorar la infraestructura de las viviendas para que sean seguras y cómodas.
Comparativa con otros países de la región
Este no es un problema exclusivo de Argentina. En América Latina, la falta de viviendas adecuadas es una constante. Según un informe de la Unión Interamericana para la Vivienda, la región arrastra un déficit de casi 70 millones de viviendas. En países como Brasil y México, el déficit es elevado debido a sus grandes poblaciones, pero hasta en países más pequeños, como Bolivia o Chile, el déficit cualitativo es una constante.
La necesidad de una mirada integral
“Para enfrentar el déficit habitacional en Argentina se necesita más que construir nuevas casas. También es fundamental mejorar las viviendas ya existentes para asegurar que todas las familias puedan vivir con dignidad. Cada vez es más evidente que el desafío pasa por tomar medidas que vayan más allá de los números, para realmente mejorar las condiciones de vida y responder a las necesidades de millones de personas en el país”, reflexionan desde la ONG.
Una brecha de la clase media
Hace unos meses atrás, el economista Gastón Utrera lo advertía en el Segundo Foro de Desarrollismo y Construcción Proyectar Córdoba. Allí destacaba que se necesitaban políticas urgentes que aborden el déficit habitacional, revelando que se requieren 12 puntos del PIB para satisfacer la demanda de la clase media.
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