- En el año 2016 el déficit fiscal fue del 5,9% del PBI conformado por un resultado primario de 4,3% y el pago de intereses de 1,6% del PBI.
- En el 2017 el déficit fiscal fue de 6,1% del PBI explicado por un resultado primario que bajó a 3,9% del PBI pero un pago de intereses que subió a 2,2% del PBI.
- Es decir que el déficit fiscal subió en 0,2% del PBI debido a que la baja en el déficit primario (-0,4%) fue menor al aumento en el pago de intereses (+0,6%).
“A menos que se esté dispuesto a un nuevo default, al pago de intereses hay que considerarlo en la misma categoría que al resto de los compromisos (salarios públicos, jubilaciones, transferencias sociales, obra pública). Por lo tanto, la atención no debería estar centrada en el resultado primario sino en el resultado financiero o déficit total”, resume Idesa.
“Para superar estas inconsistencias es fundamental imprimir una mayor dinámica al ordenamiento del sector público. No es necesario –por ahora– apelar a estrategias de shock con “ajustes” ortodoxos. Pero sí avanzar de manera más decidida hacia una organización más justa y racional del federalismo y del sistema previsional. Un estrategia que permitiría ahorrar recursos es eliminar intervenciones del gobierno nacional que avanzan sobre funciones y responsabilidades de las provincias y municipios”, agregan desde el centro de estudios.
Y finalizan: “más importante aún es abordar el desafío de organizar el sistema previsional en base a reglas más equitativas y financieramente sustentables”.
Dejemos de mirar el déficit primario: desde ahora la cifra es el déficit financiero (el total: 6,1%)
¿Es verdad que el gobierno sobrecumplió su meta y bajó por arriba de lo previsto el déficit fiscal? Verdadero. Y falso también. Los números y el enfoque de Idesa para que empecemos a mirar este indicador de forma correcta.