En varios actores del sector se difunde esta analogía: un servicio de internet de calidad debería ser tan relevante en las políticas públicas como la red de agua potable.
Y -en ese marco- desde Iplan le dan una vuelta de tuerca: creen que la tecnología es fibra óptica al hogar y no “las redes del siglo pasado -ADSL y cablemodem- que son dominantes en el país”.
En esa línea de análisis, Franco Cecchini cree que -así como no hay dos tendidos de agua o de gas que lleguen a los domicilios- tampoco debe haber varios tendidos de fibra. Para garantizar la competencia, desde su empresa abogan por libre y gratuita interconexión de las redes.
Y lo explica con un ejemplo: “cuando un cliente de Telefónica ingresa a mi data center le tengo que pagar y cuando uno mío va al suyo también le tengo que pagar -dice-: si fuéramos amigos, cuando Telefónica viene a casa come gratis y cuando yo voy a la suya tengo que llevar la pizza y las cervezas”, ironiza.
Con números de CABASE en mano, Cecchini dice que mientras en el mundo desarrollado el 84% de los hogares tiene acceso a internet (datos 2016), en Argentina ese ratio cae al 56% (con casi la mitad de esas conexiones en la provincia de Buenos Aires).
Si la llegada es escasa, el ancho de banda está peor: 22% de los usuarios tienen servicio de fibra óptica en los países del OCDE, contra 2,2% de Argentina. Por eso, 2 de cada 3 usuarios en el país navegan a velocidad de tortuga: menos de 6Mbps.
Si esto pasa en conexiones tendido fijo, en 4G la cosa no está mucho mejor: en todo el mundo, 4G tiene una penetración de 29%, que salta al 68% en EE.UU., por ejemplo. En el país todavía no llegamos al 20% (18,7%, a datos del 2016 de GSMA).
Quién es Iplan
Iplan es un jugador pequeño en Buenos Aires, un mercado grande. Tiene 20.000 clientes y un tendido que atiende al sector corporativo (incluso en Córdoba y Rosario) y uno al consumidor final que -en algunos barrios de CABA- ofrece velocidades mínimas de 100Mbps y hata 1 Giga.
Crítico de la gestión de Arsat en el mercado y sus supuestos logros en la baja de precios de la interconexión (“era un gordo que pesaba 200 kilos y ahora están felices porque pesan 160”, dice), Cecchini aboga por la política de “bill and keep” en los prestadores, es decir, que quien le cobra al cliente final se queda con ese dinero y no debe pagar interconexión a los grandes empresas dueñas de las redes.
Muy crítico también con la gestión de los entes reguladores, Cecchini cree que la Setic (la secretaria) y el Enacom no hacen esfuerzos para garantizar la competencia en el mercado.