“¿La ganadería es un negocio impositivo?, sí. ¿Puedo invitar a otro a que venga a invertir en ganadería?, sí, porque le va a servir impositivamente. ¿Es un negocio que permitirá obtener más capital a mediano plazo?, sí. ¿En el futuro vendrá alguno (NdR: nuevo gobierno) que sea normal y abra las exportaciones y este sea un negocio espectacular?, sí”.
Ese el argumento de Salvador Di Stéfano para que los “gringos” busquen socios más allá de la tranquera aunque aclara “(los propietarios de campos) deberán ponerse a laburar, se acabó el tiempo de dar cátedra de cómo ganar dinero sin trabajar en el café del pueblo”
¿Dónde está el negocio?
El propietario del campo no tiene demasiado cash pero sí la tierra. Los precios del flete se encarecieron brutalmente entonces lo que siembra el dueño del campo (especialmente el maíz) no conviene moverlo si se está a más de 400 kilómetros del puerto. Por eso le conviene apostar por cadenas de producción (agregar valor en origen) en lugar del producto, pero invertir en ganado para multiplicar el valor de ese maíz requiere de mucho dinero.
Entonces hay que salir a buscar socios, muchos de los cuales pueden estar en la ciudad. “Una opción pueden ser las empresas del sector inmobiliario -dice el consultor -, el campo debe salir a ofrecerle un negocio que no le dedique más tiempo pero que en el mediano plazo les permita ganar. Es el arte de juntar partes, hay que buscar acuerdo ganar-ganar”, sostiene.
La cuestión es simple. La inversión en vacas para reproducción se asienta contablemente como un Bien de Uso, que en el primer año debe amortizarse en gran parte. Para quien tiene que pagar grandes montos por Ganancias es conveniente desde el punto de vista impositivo.
En el mediano plazo, el capital se va incrementando y tanto el socio capitalista como el productor terminan ganando. Con un mercado “normalizado”, puede ser una inversión más que apetecible.