Después de la eliminación de retenciones (o reducción, en el caso de la soja) y de desarticular las perversas DJAI, las concesionarias de autos (y las terminales, claro), esperan su regalo de Navidad: ¿se animará Macri a desarticular el impuesto a los vehículos de “alta gama” que terminó distorsionando todos los precios del sector?
Un ejemplo de esto lo da iProfesional: “Un Audi A3 que en 2013 costaba unos $180.000, según el listado de ACARA, pasó a cotizar a unos US$ 78.000, lo que equivale -al tipo de cambio actual- a cerca de $750.000, es decir, cuatro veces más”.
En la lectura de las partes interesadas, una baja de la alícuota al 10% no sólo dinamizaría el mercado de los autos más caros, sino que permitiría a las concesionarias bajar el margen de venta de los autos económicos.
¿Será?