No cometan el error de comprar un Kindle en Amazon desde la Argentina (perderán el dinero, grrr...)
Soy lo que algunos llamarían un “early adopter” de tecnologías. Me gusta hacer siempre la “experiencia de usuario” de las cosas que cronicamos.
Así, el 6 de enero -junto a nuestro editor en InfoTecnología, Eduardo Aguirre- nos alegramos que Amazon “liberara” el Kindle para la Argentina y allá fuimos: clic, invertí U$S 259 y fui siguiendo los avisos sobre el estado del pedido.
No soy un primerizo en estas cosas: suelo comprar mucho por internet y hace un tiempo había comprado en el mismo sitio una radio wifi que recibí sin ningún problema en el domicilio solicitado.
Pero ahora todo cambió: exactamente el día estimado de su arribo, el 11 de enero, recibo un llamado desde DHL que me informa que mi Kindle había sido retenido en la Aduana de Ezeiza y que para intentar obtenerlo debía ir hasta allá y tramitar un número de importador (trámite engorroso, me advierten) o pagar U$S 400 para que el producto llegue a Córdoba donde debería hacer el mismo trámite.
Un claro ejemplo de un “collar más caro que el perro”.
De nada valieron los intentos de Pedro Lebeau, gerente de DHL en Córdoba. A diferencia de la radio wifi (de la que aboné las tasas aduaneras que correspondían), el Kindle no llegará a mis manos.
Lectores, amigos, quedan todos debidamente advertidos. (Ríanse con confianza, lean más sobre este caso y comenten lo que les parezca en el “lupita” que lleva a ver nota completa).
- Si bien Amazon advierte que puede haber cargos extras en la compra, nadie puede imaginar que esos gastos supondrían el despropósito de pagar U$S 400 para que el producto llegue a la aduana de tu ciudad y que -una vez allí- debas tramitar un número de importador para poder sacarlo. Ah... mientras tanto Aduana te cobra U$S 10 dólares de base y U$S 2 por día por almacenar tu producto.
- ¿Qué voy a hacer? Le voy a pedir a Amazon que anule la compra y damos a conocer el caso para concientizar del despropósito de no poder comprar un Kindle que más que un aparato electrónico... ¡es un libro! Sí, de la nueva generación, pero es un libro, un vehículo de cultura y no un bien suntuario (que además, no se fabrica en el país, al menos hasta que Moreno logre que se haga en Tierra del Fuego, claro).