Los límites impuestos por Chile al mercado de criptomonedas alertaron a los inversores y, como sucede cada vez que un país habla de regulación, los precios de las divisas digitales sufrieron un sacudón; sin embargo esta es una amenaza que no existe en Argentina. A diferencia del país vecino, el Gobierno está abierto a la innovación y no planea regular a las criptomonedas, al menos hasta que representen un negocio ya maduro.
En marzo se cerraron cuentas bancarias de plataformas que negociaban criptomonedas, y si bien hay una disputa legal y podrían reabrirse, en Chile hace bastante que se refieren a la necesidad de regular el mercado. Por su parte, Corea del Sur analiza un proyecto de ley para prohibir las criptomonedas, mientras que ya fueron prohibidas en Bangladesh, Ecuador, Islandia, Tailandia y Vietnam. En la vereda de enfrente se encuentran Alemania, que no solo las aprueba sino que exonera del pago de impuesto su uso, y Japón, donde se hizo la inscripción de 11 bolsas de criptomonedas.
Según, Manuel Beaudroit, cofundador de Bitex, Chile y Argentina son dos mercados bien diferentes, ya sea por su idiosincrasia, términos regulatorios y culturales: "En Chile se maneja como caudillaje, son cinco que hablan entre ellos y toman acciones coordinadas. Hoy Argentina es pro innovación y desarrollo de las fintech; no están queriendo regular nada, prefieren ver primero cómo se desenvuelve el ecosistema. Es más abierto. La verdad es que para nosotros es el mejor escenario posible".
Para, Sebastián Serrano, CEO y cofundador de Ripio, "la principal diferencia entre ambos países es que en Argentina hay una comunidad alrededor de las criptomonedas que es más grande, que llevan más años trabajando y que se dedicó a educar y a aproximarse al regulador".
Por ahora, desde la Comisión Nacional de Valores (CNV) únicamente se enfocaron en alertar a los interesados en la inversión en criptomonedas, advirtió sobre los riesgos asociados a la falta de regulación específica, la volatilidad de precios y falta de liquidez, y la posibilidad de sufrir un fraude. En tanto, el Banco Central (BCRA) optó por esperar a que el mercado crezca, ver en qué se convierte, para luego regularlo.
Al respecto, Serrano recordó que el vicepresidente del BCRA, Lucas Llach, se expresó públicamente a favor de la innovación con "la teoría de los tomates", que implica "deja que se desarrolle para distinguir si hay fruto o maleza", y luego aplicar la regulación adecuada.
Es que en el mercado local coinciden que la regulación es necesaria.
"Indefectiblemente una normativa habrá. En algún momento se hará la regulación. Es inevitable, principalmente por el hecho de que estás manejando dinero de la gente y, en definitiva, hay que cumplir con las normas anti lavado, hay que informarle a los reguladores que las operaciones son lícitas", expresó Beaudroit.
Por su parte, Gerardo Ratto, CEO de Jasper, opinó: "Estamos de acuerdo en que tiene que haber legislación tanto impositiva como de control. No creemos que se traten de prohibiciones. Creo que es bueno porque cuando los gobiernos empiezan a hablar de este tipo de tema y comienzan a legislar para establecer marcos legales, dan la señal de que la tecnología está en una fase distinta de madurez y aceptación".
De hecho, Jasper acaba de lanzarse al mercado. Es una plataforma que tiene como característica la promoción del minado "democrático, económico y ecológico de criptomonedas", asigna las licencias de minería y sigue recibiendo licencias de formas gratuita a empresas y comercios. Se trata de un minado descentralizado democrático, con mínimo consumo eléctrico y en una plataforma con más de 60 veces la velocidad de bitcoin.
En lo que respecta a los precios, los especialistas reconocen que las criptomonedas se hundieron en los últimos meses, pero subrayan que, comparado con los valores de un año atrás, el saldo es sumamente positivo. "Es un ciclo de crecimiento. Por ejemplo, el año pasado el bitcoin subió muchísimo y era esperable una corrección. Si miramos el precio de principios de 2017, era de u$s 800, hoy rondando los u$s 8000 implica un salto de 10 veces el valor en un año. Es cierto que el máximo fue u$s 20.000 y es una baja muy importante, no obstante, no hay ninguna inversión que haya crecido tanto", detalló el CEO de Ripio.