Hace casi seis décadas, Zulma Guzmán inició un camino que se convertiría en toda una tradición en Bell Ville. Inspirada por la maestría culinaria de una prima en Córdoba, Zulma dio sus primeros pasos en la elaboración de pastelitos y empanadas. Lo que comenzó como un pasatiempo pronto se convirtió en una pasión que pasó a tener un nombre: Noisma.
“Cuando se enferma mi hijo de la varicela me mandan a Córdoba, y allí paré en la casa de una prima que estaba haciendo fideos, ravioles y pastelitos. Y cuando vine me entusiasmé. Empecé haciendo pastelitos, y luego empanadas, al horno y fritas”, nos cuenta sobre sus inicios Zulma.
¿Cuál es el secreto detrás del éxito duradero de Noisma? Zulma lo tiene claro: “El gran entusiasmo que tenía, lo que iba vendiendo más y más”, nos responde, quien le pone a cada pastelito y empanada que hace un pedacito de su historia, de su esfuerzo y dedicación.
Su compromiso con la calidad y el servicio le valieron reconocimientos como mujer emprendedora en su comunidad. Sin embargo, para Zulma, el verdadero premio es ver cómo su trabajo permitió a sus hijos graduarse de la universidad. "Mis hijos estudiaron, se recibieron. Uno es odontólogo, y la otra, bioquímica. Todo gracias a los pastelitos y las empanadas", afirma con orgullo.
A pesar de los años y el arduo trabajo, Zulma no tiene planes de retirarse. Para ella, Noisma es más que un negocio, es un legado que desea preservar y compartir con las futuras generaciones.
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