La seguridad alimentaria es una prioridad en la industria. Cuántas veces se han visto fallos en los controles de calidad que derivaron en juicios millonarios o aún peor, hacerle daño al consumidor con algún producto.
Esos riesgos a evitar se pueden subsanar con la detección de metales, un paso fundamental para garantizar la calidad de los productos que llegan a los consumidores. Si bien este control es ampliamente reconocido en la industria avícola, su aplicación es igualmente relevante en otras áreas de producción de alimentos, como las fábricas de empanadas y otros productos de panadería y repostería.
En la producción avícola, la detección de metales es un desafío complejo debido a la alta conductividad de los productos, lo que puede generar falsos rechazos y desperdicio de alimentos. Un caso ejemplar es el de Plukon, empresa que ha implementado el detector de metales Mitus de Minebea Intec, con tecnología MiWave. Esta innovación ha permitido una detección más precisa y una reducción significativa de falsos rechazos, optimizando los procesos productivos y mejorando la seguridad alimentaria.
El cumplimiento de normativas como el Análisis de Peligros y Puntos de Control Crítico (APPCC) es esencial en la industria avícola, pero también aplica a otros sectores alimentarios. En la producción de empanadas, por ejemplo, la presencia de fragmentos metálicos en ingredientes como carne, vegetales o masa puede representar un riesgo para los consumidores y para la reputación de las marcas.
Para los más memoriosos, empresas como El Noble Repulgue en Córdoba supo tener un detector de metales en su línea de producción de empanadas para detectar cualquier tipo de contaminación metálica en sus empanadas, facilitando y perfeccionando aún más los controles de calidad previos antes del despacho de los productos.
Entre las ventajas clave de implementar detectores de metales en este tipo de industrias se encuentran:
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Mayor seguridad del producto: Garantiza que no haya presencia de fragmentos metálicos en los alimentos.
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Reducción de desperdicios: Minimiza los falsos rechazos, evitando la eliminación innecesaria de productos en buen estado.
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Optimización de procesos: Agiliza los controles de calidad y reduce tiempos de inactividad en la producción.
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Cumplimiento normativo: Asegura que los productos cumplan con estándares de seguridad alimentaria exigidos por la industria.