En su planta de 16.500 m2 de barrio Aeropuerto (Av. Japón al 1.200) Stoller tiene capacidad para producir 1.500.000 litros de fertilizantes líquidos, biorreguladores, microelementos y fertilizantes biológicos, entre otros productos.
En la actualidad está al 30% de su capacidad, pero para sus directivos es cuestión de tiempo para que se dé un gran salto. “El mundo va a reducir la cantidad de pesticidas destinados a la producción y crecerá el mercado de los controladores biológicos. Se va a pasar de lo químico a lo biológico”, explicó Ignacio Moyano, gerente general de Stoller Argentina y Uruguay.
Es que esta multi nacida en Houston en 1970 tiene un cuarto de su facturación proveniente de biorreguladores (hormonas sintetizadas para moldear el crecimiento de frutas, hortalizas y granos) e invierte un 4% de su facturación en I+D pero con un fuerte sesgo en desarrollos biológicos. Incluso ya tiene en el mercado una marca de un fertilizante orgánico para soja.
Precisamente ese cultivo concentra el 62% de la facturación de Stoller Argentina (cuyas ventas totales rondarán los US$ 20M este año con perspectivas de un crecimiento del 16% para 2016), seguidas por el 12% que representan maíz, trigo y algodón y que se completan con los ingresos provenientes de otros cultivos (uvas, papas, frutales, etc).
Nuevos Productos
La excusa de la compañía para abrir las puertas de su “nueva” planta fue el lanzamiento de tres productos: Sett, Sugar Mover y Harvest More. Los primeros son fertilizantes líquidos que incluyen hormonas para asegurar una floración uniforme y reteniendo luego mayor cantidad de frutos.
“Esto permite aumentar la calidad, cuyas pruebas marcan subas de la productividad de entre 7 y 15%, pero también la calidad. En el caso de la soja, por ejemplo, el porcentaje de proteína por grano sube de 36,5% a más del 38%, eso significa que al productor le pagan más por sus granos”, comentó Diego Righi, gerente de Mercadeo y Desarrollo.
El error de la industria ante el Caso Monsanto
¿Qué análisis hacen de lo que sucedió con Monsanto? ¿No hace una autocrítica la industria por el silencio del sector que derivó en cuestionamientos a todas las empresas y que incluso terminó dando de baja un convenio de la UNC con esa multinacional?, preguntó InfoNegocios.
“Seguramente fue un error haberse quedado callado. Lo que ocurrió con Monsanto y, más tarde, cuando la Universidad (Nacional de Córdoba) le puso fin al convenio con esta empresa, impactó mucho. Hay varias cosas para analizar, sobre todo el rol de gobiernos que apoyaron la radicación de inversiones y luego soltaron la mano. Lo importante, lo que nos enseñó esto, es que hay que saber que si uno hace bien las cosas no hay que esconderse, hay que estar en los medios”, sostuvo Moyano.