Días después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) identificara al burnout como un síntoma diagnosticable vinculado a la sobrecarga laboral, la Universidad Siglo 21 presentó nuevos resultados de su Índice de Bienestar Emocional y estrés en trabajadores. Los números reflejan que el 41% de los trabajadores indica que “siempre o casi siempre” le resulta difícil relajarse después del trabajo, mientras que el 32% muestra claros signos de desmotivación.
¿Qué es el síndrome de burnout?
El burnout o síndrome de agotamiento laboral es un trastorno emocional que está ligado al estilo de vida del empleado y la sobrecarga en el trabajo, generando -entre otras cosas- estrés, depresión, ansiedad o incluso lesiones a nivel físico.
Por lo general, suele aparecer comúnmente en oficios ligados a una elección por vocación (véase profesorados, la medicina, etc.) y que, si bien en un principio los síntomas solo se dan en el ámbito laboral, con el tiempo, estos pueden trascender a los diferentes aspectos de la vida.
Diversos factores inciden en el agotamiento. Una respuesta común es la aparición del “cinismo” frente al trabajo. “El burnout produce un fenómeno denominado cinismo, se trata un daño en la salud emocional que deriva en la sensación de desvalorización de las tareas de las personas y en la percepción de no tener las competencias que su puesto le requiere”, según explica el Dr. Leonardo Medrano, secretario de Investigación del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Siglo 21, pioneros en la medición de este índice.
¿Las consecuencias?
Padecer burnout no solo es una de las principales causas de renuncia, sino que también produce una baja en los niveles de productividad y desempeño, además, las personas pueden sentirse menos involucradas y más distanciadas de su trabajo. Este agotamiento puede traer consigo secuelas como depresión, ansiedad, ataques de pánico, poca valoración personal, entre otros.
Los datos
La encuesta reveló que el 20% se siente cada vez menos involucrado con su trabajo, el 21% duda que su desempeño contribuya en algo interesante y el 20% considera que ha perdido interés, además, los gerentes generales fueron el puesto con mayor nivel de agotamiento. El 33% obtuvo valores altos, mientras que los menos agotados son los “gerentes de área” con solo el 11%.
Por otra parte, los niveles más altos de cinismo se observan en los “empleados y operarios” y los más bajos en los “gerentes de área”.
Las mujeres, las más propensas
El público femenino es el más propenso a experimentar el burnout (13% vs. 7% en los hombres). Esta dificultad de las mujeres en recuperarse emocionalmente luego de un día laboral se da debido a que -a día de hoy- son ellas quienes continúan ejerciendo tareas laborales fuera de horario, a la vez que experimentan niveles mayores de agotamiento emocional debido a la sobrecarga de tareas fuera de su ámbito laboral.
Desde el ámbito educativo, se observa que los mayores niveles se encuentran en individuos de bajo nivel, tanto educativo como económico. Casi el 10% de estos trabajadores presentan altos valores de cinismo como de agotamiento.
Con respecto a la comparación según generaciones, se observó que el alto nivel de agotamiento aumentó del 2018 al 2019 entre los millennials y la generación X. Esto fue superior para los trabajadores registrados de la generación X, que pasó de un 10% en el 2018 a un 13% para 2019. En los millennials, el aumento registrado fue del 0,5%, pasando del 4% a 5%.
Por su parte, los Baby Boomers mostraron una disminución del 1%, pasando del 12% al 11%.
El estrés en las provincias
En esta segunda edición del Índice -la primera fue en 2018-, durante 2019 los niveles de estrés laboral crónico aumentaron 2 puntos porcentuales (de 38% a 40%) en relación al 2018, a nivel nacional. Dentro de las siete ciudades estudiadas, Comodoro Rivadavia, Córdoba, Corrientes y Tucumán, aumentaron sus indicadores de burnout. Por el contrario, Mendoza y Rosario disminuyeron esta variable. Por el lado de Buenos Aires, mantuvo sus cifras en relación al año anterior.
El mayor incremento fue registrado en Corrientes, con el 6%, ya que en 2018 había un 5% y para 2019 escaló al 12%. En segundo lugar, aparece Tucumán con un aumento del 5,%, modificándose del 9% al 14%. Luego siguen Córdoba y Comodoro, que incrementaron un 4% y 3,6%, respectivamente.