La Argentina debe cada vez más plata y no le preocupa a sus autoridades. Al contrario; es una estrategia premeditada.
En los 18 meses de gestión de Alberto Fernández hasta junio 2021, la deuda creció en u$s 20.500 millones, de los cuales u$s 15.000 millones son letras y bonos con legislación local, que fueron casi exclusivamente a reconstruir el financiamiento del Tesoro en pesos.
Y en el segundo semestre del año, habrá que pagar el equivalente a u$s 33.000 millones, según números de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC).
Lejos de estar fuera de control, esta fue la apuesta, por ahora exitosa, del ministro de Economía, Martín Guzmán: que el mercado local de capitales auxilie al Tesoro para refinanciar los vencimientos y cubrir una parte del déficit.
A partir de mayo de 2020, en 13 de los últimos 14 meses hubo lo que en el Gobierno llaman "financiamiento positivo" pero que también se traduce como "endeudamiento neto".
Éste viene de colocaciones mayormente ajustadas por inflación (CER) o al tipo de cambio oficial (dólar linked), y en menor medida a tasa fija o variable.
Y funciona como la clave principal del fondeo del Tesoro; de otra forma, ante los habituales desequilibrios fiscales (el gasto es más alto que la recaudación), hay que recurrir a la emisión de dinero, una de las múltiples causas de la inflación que identifica Guzmán.
Hasta la semana pasada, el financiamiento del déficit fue con $ 410.000 millones de emisión monetaria del Banco Central (BCRA) y $ 394.000 millones de endeudamiento neto.
El mix fue 51-49%, con una meta "sobrecumplida" en lo que va del año: en el Presupuesto, se estableció que el 60% del déficit financiero fiscal -de 6% del PBI- se cubriría con la maquinita de dinero, mientras que solo el 40% se solventaría con colocaciones de deuda en el mercado local.
No obstante, la aspiración de Guzmán y su equipo, liderado por Mariano Sardi y Ramiro Tosi, es dar vuelta esa ecuación.
La contracara de esta política es que la deuda bruta total del país llegó en junio a u$s 343.519 millones, un récord nominal histórico, y en términos de Producto Bruto Interno (PBI) es superior al 100%, como no sucedía desde 2004.
Es decir, que para pagar todo el dinero a los acreedores del Estado, no alcanza ni siquiera con comprometer toda la producción de un año entero.
Claro está que casi ningún país del mundo paga su deuda, sino que la va refinanciando hasta que se va diluyendo en términos relativos por el crecimiento de la economía.
ATRAPADO SIN SALIDA
La vicepresidenta, Cristina Fernández Kirchner, en su alegato por la causa del Memorándum e entendimiento con Irán por el atentado a la AMIA, remarcó que durante sus dos ciclos como presidenta y en la gestión de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner, la Argentina se desendeudó; por el contrario, su sucesor, Mauricio Macri, volvió a cargar sobre las espaldas del país la deuda, como condicionante.
La paradoja es que en el nuevo ciclo kirchnerista, la deuda aumentó casi 15 puntos porcentuales en términos del PBI, al no haber hecho una quita de capital con los acreedores privados y seguir sumando colocaciones en pesos.
Como el mercado de deuda en pesos se volcó a los títulos que ajustan por inflación y el dólar oficial está quieto, los montos en divisas son cada vez mayores.
EL SEGUNDO SEMESTRE
En la segunda mitad del año, la Argentina tiene que pagar u$s 19.800 millones (que excluyen las deudas intra-sector público).
Una de esas operaciones son los u$s 154 millones que se depositaron en las cuentas de los acreedores externos este 9 de julio, en el primer pago de intereses de la deuda reestructurada.
La Secretaría de Finanzas tiene para afrontar el equivalente a u$s 13.500 millones en el mercado local, mientras que otros 6300 millones de dólares cobrarán los organismos multilaterales: el Club de París a fines de julio y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en septiembre y diciembre, entre otros.
De acuerdo a los datos de Finanzas calculados hasta el 30 de junio, los vencimientos para el mercado local en el segundo semestre totalizan los $ 1,8 billones.
Agosto será el mes más exigente: caducan $ 525.897 millones, entre los que están los $ 380.000 millones del Boncer TX21, que el Gobierno aspiraba a canjear hoy por una cartera de títulos más diversificada con plazos más extendidos.
Asimismo, en noviembre cae el vencimiento del bono dollar linked con el que Guzmán buscó frenar la corrida cambiaria de octubre del año pasado y facilitó la salida de inversores institucionales como PIMCO y Templeton.
Un informe de la Secretaría de Finanzas destaca que junio fue el mes con mayor "financiamiento neto" positivo, por un 164%.
Y revela que los plazos de colocación de bonos en pesos se extendieron de 15,4 a 21,1 meses en promedio entre el primer semestre del año pasado y del corriente; mientras que en las letras, los plazos promedio pasaron de 3,3 a 6,9 meses.