El tipo de cambio nominal en el mercado mayorista hizo un pico intra-diario de $ 29,50 el 29 de junio y desde entonces el peso se apreció 7% hasta llegar a la zona de $ 27,50. Gran parte de la calma cambiaria se debe gracias al nivel de las tasas de interés en pesos, que logró que los instrumentos en moneda local resulten nuevamente atractivos contra el posicionando en dólares. Ahora bien, los analistas se mantienen con cierta cautela sobre la dinámica dólar-tasa.
El economista Miguel Kiguel afirma en un informe que varios planetas se alinearon para este resultado. "Por un lado, el Banco Central instrumentó una serie de medidas que implicaron una mayor restricción monetaria. La suba de tasas de Lebac por encima del 45% fue importante pero por si fuera poco se reforzó con suba de encajes de 8 puntos. También el BCRA anunció su intención de monitorear agregados monetarios con lo que dio un mensaje de que la tasa de interés es importante pero no lo es todo al momento de considerar su arsenal de herramientas".
Kiguel entiende que si el panorama internacional sigue mejorando, en septiembre podría comenzar un ciclo de baja de tasas aún sin indicadores claros de desaceleración inflacionaria. "Este movimiento permitirá avanzar en la normalización del mercado de crédito y evitará un retraso transitorio del tipo de cambio real", afirma.
Por su parte, Juan Manuel Pazos, Head de Estrategia de PUENTE, apunta que si bien la estabilidad de las últimas semanas y las elevadas tasas en moneda local lucen tentadoras, los próximos meses presentan grandes desafíos para las carteras en moneda local. "De hecho, pese a la corrección cambiaria de la primera mitad del año, el actual tipo de cambio real es insuficiente para equilibrar la balanza de pagos si no se recupera el superávit de cuenta financiera. En el corto plazo, la volatilidad cambiaria está siendo suprimida por elevadas tasas de interés reales, pero el riesgo es que la normalización de la política monetaria que encarará el BCRA en las próximas semanas reavive las tensiones".
Desde ayer, el rendimiento de las Letras de Liquidez (Leliq) funciona como tasa de referencia para el resto del sistema. Esto responde a la situación posterior a la corrida cambiaria, en la que se busca calmar la sed de dólares.
A su vez, Pazos sostiene que la estrategia del BCRA para tranquilizar el mercado de cambios ha sido drenar de liquidez la plaza, haciendo el peso escaso. "Utilizando las expectativas inflacionarias para el resto del año, las tasas reales implícitas en las Lebac con vencimiento en el cuarto trimestre del año superan el 15%. Bajo nuestro escenario base, esperamos un sesgo de política monetaria con tasas reales de 8/9% para fin de año. En este contexto, esperamos que el tipo de cambio se deprecie de la mano de la inflación o incluso algo más rápido en la última parte de 2018", cierra Pazos.
Ezequiel Zambaglione, Head of Research de Max Valores afirma que "hasta que no haya tranquilidad cambiaria sin aditivos del BCRA, la tasa va a seguir donde está. Además, ahora están controlando los agregados monetarios, la tasa se define en el mercado de dinero. Se determina cuáles son los agregados monetarios y en base a la oferta y demanda de liquidez en la calle se alcanza la tasa demercado".
Zambaglione sostiene que la gran incógnita es si la gestión de Caputo evitará lo que le ocurrió a la administración del BCRA previa. Esto es, que la política no le gane a la económica y que, cuando vengan malos datos macroeconómicos, no quieran acelerar la baja de tasa.
Alejandro Kowalczuk, Head Portfolio Manager de Argenfunds, agrega que, estando arbitradas, las tasas en pesos incorporan la tasa de rendimiento de instrumentos en dólares (incluyendo una prima de riesgo) más el porcentaje de variación esperado del tipo de cambio.
"El problema es que hay una dispersión importante en cuanto al valor promedio esperado para el dólar, por lo que necesariamente hay que sumarle una prima adicional a la tasa por la volatilidad que puede haber en torno a ese valor esperado. Es decir que la tasa en pesos debe reflejar las expectativas devaluatorias por parte de los participantes del mercado, teniendo en cuenta también la volatilidad o desvío en torno al valor esperado para el dólar".