A ver, recordemos rápidamente: en 1989 con Movicom, se comenzó a brindar el servicio de telefonía móvil en Argentina. Hablamos de 23 años en los cuales de transmitir sólo voz, pasamos a traficar textos y luego datos, muchos datos, e imágenes y videos. ¿Por dónde circula todo eso? Por un espectro radioeléctrico que no es infinito y al cual hemos ido sobrecargando su ancho de banda. Pero resulta que puede ampliarse más o menos en un 25% de su capacidad si se ocupan –con servicios- las frecuencias que el Estado tiene desde que Telefónica se hizo cargo de Movicom.
Es cierto, la autopista de la información se llama así porque la analogía le cabe perfectamente. Es un espacio físico –virtual- por el cual hay circulación, en este caso de datos. Y esa autopista, como lo es una ruta física, tiene una determinada capacidad. Ahora bien ¿el Estado argentino tiene una nueva autopista entre sus manos? No. Ni cerca. Apenas si tiene “los campos” por los cuales puede llegar a construir esa nueva vía. Y es que para que exista esa autopista de la información hacen falta equipos electrónicos, torres retransmisoras, kilómetros de fibra óptica, cientos de empleados, es decir, inversiones multimillonarias. Por supuesto, el mercado al cual se apunta es más que apetecible. La pregunta cae por su propio peso: ¿quién hará esas inversiones, para que no sólo haya un nuevo jugador en el mercado móvil, sino para que ese jugador supere la oferta de servicios que actualmente ofrecen Movistar, Personal, Claro y Nextel?
Para mirar hacia un ejemplo cercano podemos contar lo que sucede en Chile donde la estatal Entel compite palmo a palmo con dos de las grandes multinacionales: Movistar y Claro (y desde el año pasado con otros jugadores aún menores como son Nextel, Virgin Mobile, Manquehue GTD y próximamente VTR y Falabella Móvil). Y la realidad marca que mal no le va, al contrario, su participación en el mercado –35% en cantidad de clientes- está muy cerca de Movistar (40%) y por encima de Claro (23%). Pero Entel además tiene una alta penetración en el segmento de smartphones, el de mayor ARPU. Sus precios de equipos son por lo general un 10% más baratos que los de su competencia y hablando con sus clientes en Santiago, el nivel de satisfacción es más que aceptable (creo que por aquí sería envidiable).
Del otro lado, en Uruguay, la estatal Antel es la líder de un mercado que supera los 4.7 millones servicios móviles, con el 44%de participación. Allí también compite con Movistar (39%) y Claro (17%). En cuanto a servicio hay varios puntos a considerar. Antel es la de mayor cobertura de señal de Uruguay, pero en cuanto a precios no le saca ventaja a sus competidores y es la que más invierte en publicidad dirigida a todos los segmentos. Esto le ha valido tener mayor cantidad de líneas aunque allí las de mayor ARPU están en mayor número en Movistar. El nivel de satisfacción de clientes que logra la estatal uruguaya es regular.
Entonces la duda que nos queda es ¿podrá ArSat –junto a las cooperativas y algunas Pymes- asemejarse a la Entel chilena? Es que entrar al mercado de servicios móviles es apenas el comienzo, el tema es ser mejor que los que hoy están o más económico (ambos es utopía ¿no?).
¿Puede ser ArSat la Entel chilena o la Antel uruguaya?
(Por Eduardo M. Aguirre - @EduAguirre) Que el gobierno se haya quedado con las frecuencias que eran de Movicom para telefonía móvil podría ser una muy buena noticia, tanto como una muy mala. Es que en rigor, en Argentina es indispensable ampliar la disponibilidad de servicios y tampoco vendría mal sumar un jugador con ganas de competir al mercado. En Chile y en Uruguay la empresa estatal compite (y hasta supera) a las privadas en servicios. ¿Puede replicarse aquí?