Son tiempos amargos para Arcor, uno de los mayores fabricantes de golosinas del mundo. Tras haber perdido más de $ 1000 millones en 2018, el gigante alimenticio que lidera Luis Pagani continúa sufriendo las consecuencias de la crisis argentina.En los últimos días, por acumulación de stocks, interrumpió la actividad de su instalación de San Pedro -donde produce alcohol industrial para perfumes- y, más recientemente, suspendió la producción de la planta de glucosa de su complejo de Arroyito, Córdoba, el cuartel central del grupo. Ahora, es el turno de La Campagnola, la fabricante de jugos, purés y mermeladas que la empresa controla desde fines de los ’90. Este domingo, a través de un comunicado, Arcor confirmó que bajará las persianas de su planta de San Martín, Mendoza, cuyas operaciones se mudarán a Villa Mercedes, San Luis. En la provincia puntana, funciona Bagley, la productora de galletitas que el gigante cordobés tiene en sociedad con la francesa Danone. El cierre, según publicó el diario Los Andes, de Mendoza, afectará a unos 150 operarios.
Las suspensiones de Arroyito y San Pedro, en tanto, ya habían implicado a cerca de otros 100 empleados.
“Como es de público conocimiento, la industria frutihortícola no está atravesando un buen momento desde hace varios años, producto de los altos costos, el incremento de las importaciones y la caída generalizada del consumo”, explicó Arcor, en su comunicado. “En este contexto, La Campagnola ha tenido que redefinir las operaciones del negocio a nivel industrial, a fin de mantenerlo operativo. Esto ha implicado, en los últimos dos años, la incorporación de nuevas líneas en algunas de sus plantas y el traslado de equipos, entre diversas plantas de la empresa, siempre con el objetivo de recomponer la competitividad y contribuir con la sustentabilidad del negocio”, agregó.
“En el caso puntual de la base productiva de San Martín, provincia de Mendoza, el reordenamiento industrial implicará la mudanza de su capacidad productiva con el consecuente traslado de sus operaciones al complejo industrial ubicado en Villa Mercedes, San Luis”, añadió. “Frente a este esquema, la compañía ha decidido ofrecer diversas alternativas a los actuales colaboradores de la base San Martín, entre las que se encuentra el traslado a otras plantas del grupo. Por otra parte, también se darán opciones de continuidad a los productores locales proveedores de materia prima”, amplió.
Actualmente, La Campagnola elabora 185.000 toneladas anuales de producto y, en períodos de plena actividad, emplea a más de 1300 personas, informó Arcor. La empresa, agregó, participa en 12 categorías, entre las que figuran mermeladas, dulces sólidos, salsas, tomates, conservas vegetales, frutas y pescados.
El año pasado, la empresa facturó $ 5759,9 millones, monto menor a los $ 6306,9 millones de 2017. El resultado integral del ejercicio fue una pérdida de $ 728,11 millones. Un año antes, había asentado $ 539,9 millones, también, en rojo.
En diciembre, Arcor decidió inyectarle $ 1000 millones para que la compañía cancelara pasivos. Al 30 de septiembre, las deudas de La Campagnola ascendían a $ 2872,7 millones, de los cuales $ 1867,4 millones eran préstamos. En nueve meses de 2018, la empresa había facturado $ 3345,7 millones (22% más que un año antes) con una pérdida neta de $ 393,2 millones, $ 255 millones más que en igual período de 2017. Hasta ese punto, según reconoció en su balance, había registrado una pérdida acumulada de $ 667,28 millones, “que insumen las reservas y más del 50% del capital”.
Al 31 de diciembre, su pasivo ascendía a $ 2053,5 millones. De esa cifra, $ 1061,6 millones eran préstamos.
La situación de La Campagnola motivó, hace dos años, un cruce entre la Unión Industrial Argentina (UIA) y el entonces ministro de Producción, Francisco Cabrera. Adrián Kaufmann Brea, hombre clave de Arcor y representante de la empresa en la entidad fabril, alzó la voz contra las importaciones de latas de conservas de tomate de Brasil, que -a un precio menor- afectaban los volúmenes de ventas de la marca. Lo que provocó que Cabrera, inusualmente ofuscado, les diera una respuesta pública a los empresarios argentinos: "Dejen de llorar".
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