El regreso del Club Hípico El Galpón, una historia de pasión, familia y esfuerzo (más de 30 alumnos en tan solo 2 meses)

(Por Gabriel Caceres) Tras 20 años de abandono, el club hípico en el predio militar de paracaidismo en Av. Ejército Argentino, ha vuelto a abrir sus puertas con un brillo renovado y una historia que trasciende los negocios.

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Detrás de cada negocio o proyecto hay una idea, una pasión, un motivo por el cual cada emprendedor se arriesga y lo deja todo. En este caso se trata del sueño de Verónica González que, inspirada por la pasión de su hija de 9 años por los caballos (y su talento en el mundo de la equitación), tuvo como génesis un emprendimiento familiar que desde el día uno respira esfuerzo, dedicación y amor por la naturaleza.

Fue ese sueño que motivó la idea de ofrecer a los amantes de los equinos en Córdoba otro espacio que brinde un concepto fresco en el mundo de la equitación y en esa búsqueda de lugar, el destino los puso en frente del mítico El Galpón, otrora club de renombre en la zona norte de la ciudad, pero que en los últimos tan solo era un lustro de lo que supo ser. La decisión estaba tomada.

El esfuerzo por rehabilitar el predio no fue menor. Durante 20 años, el pasto había crecido hasta ocultar la pista, las caballerizas estaban en ruinas y el lugar parecía un recuerdo lejano de lo que alguna vez fue. Con el apoyo del ejército, que les concesionó el espacio, la familia se puso manos a la obra: desde cortar el césped hasta reconstruir cada palo de la pista. “Estuvimos todo enero trabajando acá, con mi marido, mis hijos. Fue duro, pero lo hicimos con amor”, cuenta Verónica, quien dejó atrás una vida de oficina para calzarse botas y abrazar este nuevo mundo.

El predio consta de tres pistas y las clases ofrecidas abarcan distintos niveles: desde paseos para los más pequeños, que buscan familiarizarse con los caballos, hasta sesiones de salto y adiestramiento para jinetes más experimentados. Este enfoque inclusivo permite que tanto principiantes como avanzados encuentren su lugar en la pista, mientras aprenden a forjar ese vínculo especial con los animales, conocido como “el binomio”, esencial en la equitación.

Así, en tan solo mes y medio, el club ya cuenta con más de 30 alumnos, un número que supera las expectativas de Verónica y su equipo. “Crece más rápido de lo que esperábamos”, confiesa con una mezcla de asombro y orgullo.

Cabalgando a la par

El staff del club está compuesto por Verónica, quien guía las riendas en esta nueva etapa del club, tres profesores especializados, dos petiseros encargados del cuidado de los caballos y el apoyo firme de su familia. Además, cuentan con siete caballos de escuela que complementan a los ejemplares propios de algunos alumnos, asegurando que todos tengan la oportunidad de montar y aprender. “Los caballos son parte de la familia”, asegura Verónica, quien pasa sus días entre las caballerizas y la pista, cuidando cada detalle como si fueran sus propios hijos.

Un proyecto que une

El Galpón no es solo un negocio; es un proyecto que ha unido a una familia en torno a una pasión compartida. Para Verónica, que alguna vez temió a los caballos tras un susto en su juventud, este renacer marca un cambio profundo. “Pasé de trabajos estresantes a encontrar paz acá, escuchando a los caballos masticar el alfa con mi mate en la mano”, dice con una sonrisa.

Verónica y su familia.

Con un equipo pequeño pero comprometido y una visión clara, el Club Hípico El Galpón se perfila como un espacio de crecimiento, no solo para sus alumnos, sino para una familia que encontró en los caballos una forma de fortalecer sus lazos y construir un legado. En cada salto, en cada carcajada de las niñas en la pista, se respira el esfuerzo de quienes convirtieron un terreno olvidado en un lugar donde los sueños, como los de esta familia, pueden galopar libres.

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