- ¿En qué cambió el rol del arquitecto de hoy hace unos años?
Se puede decir que es hoy una figura -en Argentina al menos- muy accesible. Años atrás -varios, quizás- gran parte de la producción de arquitectura de pequeña escala, la casa familiar por ejemplo, era decidida por el mismo dueño con la ayuda del capataz. La sobre oferta impresionante de arquitectos, conjugada con los vaivenes económicos y con una cierta familiaridad de asociación: construccion / arquitectura / arquitecto son el cóctel ideal para que, quienes pueden afrontar esa primera casa, lo hagan acompañados de un arquitecto -¡diría que en cada familia ya hay uno!-.
- ¿Y entonces cuál es entonces el rol que tienen en la sociedad?
La definición específica del “rol” profesional como función del arquitecto en la sociedad toda, la entiendo como que el arquitecto ha relegado gran parte de sus responsabilidades. Por un lado la aparición de cada vez más especialistas implica una fragmentación del conocimiento, pero a la vez, una pérdida de cohesión en el hacer mismo. Por otro, los dos grandes clientes -el mercado inmobiliario y el Estado- se han ocupado de concentrar sus demandas. Pensemos que la gran mayoría de metros cuadrados en oferta en nuestra ciudad se “reparten” entre cinco o seis empresas (que cuentan con estudios in-door de para sus proyectos) y el estado, cada vez más alejado de las necesidades y más cercano al marketing, encarga los proyectos al grupo de confianza de turno.
- Entonces, ¿cuál considera que es el gran obstáculo que debe sortear el profesional?
Es una muy buena pregunta. ¡Ojalá tuviera la respuesta! (Risas) Puedo aventurar hipótesis, las facultades deberían preguntarse si la persona que están formando es quien va a poder hacer frente a los retos que tenemos por delante (hablo de aquellos importantes: la escasez de viviendas, la inequidad social, un planeta con recursos en quiebra, una tecnología cada vez más rápida, muchísima información y poquísima reflexión), preguntarse si quienes formamos son diseñadores de elite o profesionales con una ética que pueda hacerles superar aquellas alucinaciones.
- ¿Y cuál es el gran salto que debe dar la profesión?
La profesión tiene muchos desafíos por delante. Entiendo que el primero e ineludible es volver a posicionarse socialmente en la toma decisiones que le atañen, ocupar el lugar que le corresponde en las planificaciones regionales y urbanas, reconsiderar su rol en el contexto de necesidad y cambio que vivimos. Debemos, en definitiva, trascender el mero consejo pasatista y a la moda.El ser tomados en serio nuevamente, depende sólo de nosotros.
- Sabemos que no sos cordobés pero durante tus visitas a la provincia, ¿qué creés que le está faltando a Córdoba a nivel arquitectónico?
Diría que lo primero que le falta a Córdoba son 300 mil viviendas -un 10% de las que faltan en el país-, podríamos seguir por un hospital público en la zona noroeste y varios dispensarios, escuelas de calidad, primarias, secundarias y técnicas, espacio verde -cada gobernación quita aproximadamente 1 ha. al Parque Sarmiento-, pero principalmente una idea de ciudad, más racional, con menor expansión territorial y más densidad, el único modo en se puede mejorar la infraestructura de servicios... Es decir una planificación urbana que no se base en la opiniones demagógicas sino en el conocimiento y, aunque suene naïv, en el sentido común.
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