El uso de estas películas llega también a los hogares, por ejemplo en las mamparas de la ducha, porque resisten las altas temperaturas y la humedad. Gran virtud.
La contra es que no se juega mucho por el diseño, en cambio pone todo su empeño en ser un material con alta resistencia a los avatares y al paso del tiempo. Resisten las rayaduras, contienen el vidrio si éste se rompe, impiden el ingreso de los rayos UV, deja pasar la claridad y se mantienen limpias como cualquier vidrio: con agua.
Estas películas son de poliéster y se instalan fácilmente quitando la protección del pegamento que llevan en la cara posterior, se pulveriza con agua, se pasa la solución jabonosa sobre el vidrio (previamente limpiado) y se presiona con un secador de goma desde el centro hacia los costados. Es conveniente dejar entre el borde de la lámina y el contravidrio 2mm. Se deja 1 ó 2 días y listo. A simple vista parece un vidrio esmerilado, pero su proceso fue mucho más sencillo.
En el mercado local, se comercializan a través de Láminas Corsol (Santa Rosa 1506), el m2 cuesta $ 95 de 1.52m de ancho. La firma cordobesa ofrece demostraciones en su local o también ofrece colocadores a quienes prefieran delegar la tarea.
Sombras nada más
(Por Andrea Soria) En las construcciones contemporáneas es habitual el uso del vidrio, sobre todo en espacios de trabajo donde las superficies son reducidas y la integración se logra con la transparencia del material. Sin embargo, hay situaciones que obligan a contemplar cierto grado de privacidad. Y aquí es donde las láminas opacas ofrecen muy buenas respuestas, e incluso seguridad.
Son translúcidas, por ende adheridas a las ventanas responden a la incidencia del sol estival.
Tu opinión enriquece este artículo: