AGUSTIN SZAFRANKO
El Gobierno comenzó a variar, al menos desde lo discursivo, su estrategia respecto de la inflación. Durante los últimos meses no se movió del 29% que plasmó el año pasado en el Presupuesto 2021, aunque ahora lentamente comienza a mostrar otra perspectiva.
En las respuestas al informe del Senado que presentará el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, se deja en claro que esa marca se podría estirar hasta el 33%, aunque el Gobierno se niega a desprenderse del 29% original.
"El Ministerio de Economía informa que la proyección de inflación para el año 2021 se mantiene en un 29% según lo estipulado en el Presupuesto 2021 con un intervalo de confianza de 4 puntos porcentuales", respondió Cafiero a la pregunta de la senadora Silvia Elías de Pérez.
Además, el funcionario argumentó que la suba de la inflación respondió a la "reactivación de la economía", a los aumentos de los precios internacionales y al reacomodamiento de precios relativos de sectores que permanecieron cerrados durante la cuarentena.
De todas maneras, el nuevo umbral de 33% que estableció implícitamente el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, en una de sus respuestas en el informe del Senado está muy por debajo de los pronósticos de inflación que manejan las consultoras, de entre 45% y 50%. Incluso, algunas prevén cifras más altas.
Esta suerte de reconocimiento oficial respecto de lo lejos que hoy aparece ese 29% tendrá sin dudas un fuerte impacto en las discusiones salariales por venir, pero sin dudas generarán ruido en aquellos sectores en los que ya se cerraron las negociaciones, aunque en la mayoría de los casos con cláusulas de revisión.
Es que desde el Gobierno se empujó la idea de que los salarios este año le debían ganar a la inflación por entre 3 y 5 puntos porcentuales, una pauta que a grandes rasgos se cumplió. Ahora, ya un 33% en el horizonte, habrá que volver a hacer números.
Es que tras un primer cuatrimestre en el que ya se consumió un 60% de la meta, mayo marcaría otra cifra por encima del 3,5% y para junio el índice de precios al consumidor (IPC) que mide el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) ya superaría holgadamente el 25%.
Un aumento mensual promedio de la inflación desde mayo a diciembre de 1,2% ya superaría la meta del 29%, mientras que una suba media de 1,6% ya la dejaría atrás incluyendo el "intervalo de confianza" que mencionó Cafiero, de cuatro puntos porcentuales, que no figuraban en las previsiones del Presupuesto 2019.
Este reconocimiento de una inflación más alta que la presupuestada no es el primero que deslizan desde el Gobierno. El propio Martín Guzmán a principios de febrero planteó que el IPC podría trepar 31% en el año, cinco puntos porcentuales menos que el dato de 2020.
Pero, según las proyecciones actuales, el 36,1% del año pasado podría ser rebasado en septiembre, nada menos que el mes de las PASO.
La aceleración inflacionaria pone en evidencia el poco efecto que surtieron hasta el momento las políticas aplicadas por el Gobierno desde que comenzó el año, cifradas en reforzar dos anclas: el atraso cambiario, a través de un menor ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial y el atraso de las tarifas de servicios públicos, que tras estar congeladas más de dos años vieron hasta ahora un aumento mucho menor que el que se desprendía del Presupuesto.
Para los analistas, esta estrategia no servirá para bajar la inflación, debido a que son maniobras que atacan dos mecanismos de transmisión de los aumentos de precios, en lugar de focalizarse en los desequilibrios fiscal y monetario, considerados la raíz del problema.
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