Con el reciente anuncio de Freddo del cierre de su fábrica y la reconversión de su negocio hacia un modelo full franquicias se puso sobre la mesa el debate de si la crisis de la cadena de helados artesanal, hoy en manos de Pegasus, era una crisis estructural del sector o solamente de un modelo de negocios.
Así, en la industria mencionan que los elevados costos fijos y los aumentos en el precio de las materias primas redujeron en gran medida la rentabilidad de un negocio que recién está por entrar en su temporada alta. Sin embargo, otros jugadores como Grido, que hace foco en el volumen, suma más de 100 sucursales nuevas en el último año y continúa en alza.
“Las heladerías tenemos insumos muy influenciados por el dólar. Veníamos piloteándola porque crecía el consumo, pero esto fue un golpe muy fuerte”, afirma Gabriel Famá, presidente de la Asociación de Fabricantes Artesanales de Helados y Afines (AFAHYA). Algunos heladeros aseguran que, de trasladar realmente estos incrementos a los precios, el kilo de helado debería valer más de $ 600.
Para Daniel Paradiso, dueño de la red que lleva su nombre de pila, una de las principales trabas del sector es su excesiva oferta. “Se atomizó lo que antes estaba concentrado en algunos jugadores”, puntualizó. Y, subraya que el dinamismo del sector obliga a las cadenas a renovarse para no quedarse atrás.
El factor climático también influyó. “Tuvimos un invierno más largo y crudo que el año pasado”, observa Ariel Davalli, presidente de Chungo, que descree que haya una “crisis genérica del sector”. Según el ejecutivo, los ingresos generados por Yolas, su marca de paletas, y los acuerdos comerciales para exportar productos compensaron la caída del consumo local, aunque advirtió que “todavía no está hecho el ajuste final”.
Los players de la industria cruzan opiniones con respecto al modelo de franquicias. “Te da orden y te ayuda a tener un negocio prolijo, esto repercute en la rentabilidad”, elogia Diego Achilli, director de Los Amores que maneja más de 100 locales en cinco provincias. Del otro lado, Gustavo Sclavo, socio de la cadena Iceland, manifiesta que su firma compró todas sus franquicias. “La artesanalidad del producto no llega al cliente de la misma forma que en los lugares que administramos nosotros”, aclara.
La cordobesa Grido es la principal franquiciante del sector con más de 1400 locales en el país, todos ellos franquicias. “Es una buena forma de lograr un desarrollo importante, además tiene una chance mayor de éxito por el respaldo que le da la marca”, remarca Ricardo Cortés, gerente de Marketing de Helacor. Sin embargo, admite que la suba en los costos impactó directamente en este negocio. “Hay una retracción del consumo, pero somos optimistas. Apuntamos a mantener la rentabilidad a partir de un crecimiento del volumen y una mejora en la eficiencia”, especifica. En 2014, la empresa diversificó su porfolio de productos con la creación Frizzio, su marca de alimentos congelados.
Entre las cadenas más económicas el kilo de helado ronda los $ 330, mientras que en las principales firmas supera los $ 400. “Tenemos miedo de trasladar los aumentos a los precios y que decaiga el consumo, pero no nos va a quedar alternativa”, analizó Maximiliano Maccarrone, director de El Podio.
Los ejecutivos confirman que la rentabilidad de sus empresas se verá sensiblemente afectada, aunque no se animan a arriesgar de cuánto podría ser la caída. Esperan que la época de calor les traiga aire fresco a sus negocios. “Cuando arranque la temporada alta vamos a ver cuánto impactará esto en los números”, expresan.
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