Gradualismo versus shock. La discusión se reedita, pero esta vez a un alto nivel y en una negociación de fondo sobre el futuro del Mercado Común del Sur. El presidente Mauricio Macri se llevó de su reciente visita a Brasilia la tranquilidad de que su contraparte, Jaír Bolsonaro, y su equipo de economistas formados en la Escuela de Chicago no dinamitarán la unión aduanera lanzada en 1991 y, por el contrario, apostarán a su sostenimiento a través de un plan esbozado por la Argentina y que Brasil, por ahora, ve con buenos ojos y en sintonía con las promesas de su reciente campaña electoral.
Bolsonaro llegó al poder con un discurso sumamente aperturista y liberalizador de la economía, que despertó euforia y temor, por igual, al mostrarse simpatizante de un comercio bilateralista y renuente de los grandes acuerdos y del Mercosur, la plataforma de integración regional.
Sin embargo, el Gobierno argentino, que preside este semestre el bloque que completan Paraguay y Uruguay, llevó una propuesta de reforma centrada en la revisión del Arancel Externo Común (AEC) que se venía cocinando desde hace meses.
El AEC que rige las alícuotas a pagar en conceptos de derechos de importación; una renovada agenda de negociaciones económicas internacionales, y la concesión de que cada socio fundador pueda iniciar conversaciones vis a vis con otros países, bajo ciertas condiciones.
Rebaja a cambio de mercados
El plan de la Casa Rosada estima que el "salvataje" del Mercosur debe venir por la revisión de los impuestos a las importaciones, sobre todo en "bienes difundidos", que son insumos claves en la cadena de valor de distintas industrias, y cuya provisión a precios accesibles es clave para bajar costos y competir afuera contra otros mercados. También incluiría bienes tecnológicos.
Ciertos bienes de esta categoría pagan aranceles de hasta un 20% y elevan el promedio general de los derechos de importación del bloque. Según cálculos del Banco Mundial, el Mercosur tiene un nivel de aranceles ponderado del 12%, el doble que Chile o México, que orillan el 6%, y el cuádruple que Estados Unidos o Europa, más cerca del 3% entre materias primas, insumos básicos y productos elaborados. Para la Casa Rosada, el bloque sudamericano tiene que acercarse a los niveles de la región.
Las rebajas arancelarias no serán automáticas ni inmediatas, para no afectar la producción local de estas materias. Por el contrario, servirá como "espada" para llevar a las negociaciones comerciales en curso y por venir, con la intención de que sea un toma y daca: más facilidades para importar, a cambio de cuotas en mercados o nuevas inversiones.
"Con esto frenamos la reducción unilateral de aranceles", dijo un alto funcionario a este diario, en referencia a los planes más temerarios del súper ministro de Economía brasileño, Paulo Guedes, que se mostraba dispuesto a torpedear el bloque semanas antes de asumir al poder.
La aplicación de estas rebajas será "gradual", en períodos que pueden ir hasta los diez años. Pero, en paralelo, no se descarta que el Consejo de Mercado Común (CMC) del Mercosur -órgano superior del bloque- pueda adoptar rebajas en bienes específicos por consenso.
Esto y otros puntos de la agenda argentina para el bloque se abordarán en una reunión técnica, en febrero.
Más diálogo, juntos y por separado
En ese encuentro, el Gobierno también pretende dar impulso a la agenda de negociaciones comerciales en curso, siendo prioritarias las discusiones con la Unión Europea, la EFTA (que integran Noruega, Liechtenstein, Suiza e Islandia) y Canadá. El macrismo es optimista en alcanzar acuerdos entre fines de este año y el 2020.
Aparte, en su plan de "modernización" de la unión aduanera, la Argentina propondrá que cada país pueda avanzar con "acuerdos marco" a nivel bilateral, pero sin que se concedan de momentos preferencias al ingreso de mercancías con rebajas impositivas.
Este diálogo por separado y "a distintas velocidades", también es un guiño para el equipo de Bolsonaro, que mira hacia Estados Unidos con simpatía, pero también a las históricas pretensiones uruguayas de seducir a China.
Argentina, en cambio, apunta de momento a México, para rever su comercio administrado ya que la oferta agroexportable tiene poca entrada por barreras no arancelarias, al tiempo que se reven las condiciones que rigen la industria automotriz.
"Con esto buscamos que el hallar consenso no sea un bloqueo, ni que la necesidad de encontrar un común denominador nos lleve a aspirar acuerdos menos ambiciosos, pero con el objetivo final de confluir todos", reflejó una voz al tanto de lo ocurrido en Brasil.
Tu opinión enriquece este artículo: