Una fuerte convicción ganó el análisis nacional y bonaerense de Cambiemos tras la convulsión que el audaz movimiento de Cristina Kirchner instaló en el escenario político: “Solo podemos ganar con el peronismo dividido”. En esa lógica hay que leer el acercamiento operado por Mauricio Macri hacia los peronistas federales Juan Schiaretti, Miguel Pichetto y Juan Manuel Urtubey, en la doble apuesta de fortalecer el espacio de Alternativa Federal para evitar un salto de Sergio Massa hacia el kirchnerismo y en paralelo vaciar el proyecto presidencial de Roberto Lavagna. En cierta medida la jugada corroboró hasta ahora los planes de la Casa Rosada. Pero en el bunker de María Eugenia Vidal alertan sobre su fragilidad y sospechan especialmente de la definición electoral de Massa.
En la mesa chica de la gobernadora están al tanto del canal de diálogo permanente entre el tigrense y el flamante candidato presidencial K, Alberto Fernandez. En los últimos días algunos funcionarios bonaerenses compartieron conversaciones con él para conocer de primera mano su posición ante el anuncio de Cristina. Y entre ellos persiste la convicción de que, pese a sus gestos públicos en el espacio de AF, Massa mantiene abierta la posibilidad de un entendimiento con el kirchnerismo para recrear una especie de escenario de unidad peronista con el respaldo de buena parte de los gobernadores del PJ.
Cerca de Vidal no ocultan su preocupación por las implicaciones de ese eventual acuerdo. No los inquieta tanto la alternativa de una Paso entre Alberto y Sergio para resolver la candidatura presidencial. Creen que el tigrense no tiene ninguna oportunidad en esa pelea. Su mayor temor lo representa la chance de que finalmente baje a competir en el territorio bonaerense, al frente de la fórmula peronista para la gobernación. “Es el peor de los mundos”, advierten.
Las últimas encuestas que recibieron en el equipo de colaboradores de Vidal alimentan su intranquilidad. La figura de Cristina, aun no liderando la dupla presidencial, tracciona con fuerza a la oferta electoral bonaerense del espacio y relega a la gobernadora a un virtual segundo lugar en la intención de voto, cualquier sea el candidato kirchnerista. Esa diferencia se potenciaría en favor de una eventual lista de unidad del PJ si Massa compitiera por el máximo sillón provincial. Siguiendo con la ecuación que efectúan en los despachos de La Plata y considerando que la elección bonaerense se define sin segunda vuelta, una derrota de Vidal en octubre dejaría a Mauricio Macri prácticamente sin chances de su sueño reeleccionista aun cuando la Presidencia deba aguardar por un ballotage para su definición.
Si finalmente Massa da el salto hacia un abrazo con el kirchnerismo, ¿cómo podría Cambiemos contrarrestar ese escenario? En la Casa Rosada comenzaron a tantear desde principios de la semana la idea de una fórmula nacional compartida entre Macri y Vidal, pero esa posibilidad sigue sin resolver el problema de fondo en cuanto a la necesidad de obturar el predicamento K en el territorio bonaerense. La salida más sustentable, al menos en la visión del bunker vidalista, vuelve a revivir el tan mentado ‘Plan V’. ¿No es una señal de debilidad que Macri se baje de la candidatura después de ratificarla hasta el cansancio? “Si ya se bajó Cristina, ahora todo es posible”, razonan en el oficialismo provincial.
Mientras se entusiasman con los esfuerzos del Gobierno por ahondar en la fragmentación peronista, el escenario más favorable a sus intereses, en el entramado provincial de Cambiemos siguen con cierto desasosiego la dinámica de la economía y rezan para que el día a día no sume aún más problemas al tablero electoral. La resignación es el denominador común en ese terreno. Aunque las dificultades para contener la inflación y el temor por el retorno de la volatilidad cambiaria siguen tan latentes como siempre.
Tu opinión enriquece este artículo: